Si te gustan películas como "De latir mi corazón se ha parado" de Jacques Audiard, "La vida soñada de los ángeles" de Érick Zonka o "Hace mucho que te quiero" de Philippe Claudel, probablemente te guste "El silencio de Lorna"; no por que puedan resultar iguales en su planteamiento, sus tramas o sus personajes, si no por que todas ellas tienen en comun una atmósfera parecida, una forma de comenzar, desarrollarse, presentar a sus protagonistas, contar la historia de forma lenta, pero con gran pulso narrativo y maestría dramática que a los pocos minutos de visionarlas puedes reconocerlas como buen cine francés, aunque en esta ocasión los directores nacieran bajo la bandera belga.

El "Silencio de Lorna" nos narra la historia de una extranjera que se casa con un yonki para obtener la nacionalidad belga y de esta forma poder casarse a su vez con otros extranjeros a cambio de una compensación económica.

Con un planteamiento original y a la vez tremendamente realista, los hermanos Dardenne nos regalan una drama bien dibujado, pausado, con una historia que se va desarrollando de forma lenta pero con una importante carga dramática que rezuma humanidad y poesia descarnada en cada fotograma.

Igual que la protagonista de la muy notable "Rostta", también de los mismos directores, la protagonista de esta obra vuelve a ser una mujer fuerte y desamparada, que lucha a diario contra un mundo que le es hostil y coquetea con la depresión, siempre sin entregarse a la derrota.

Este tipo de cine puede producir tanto filias como fobias, puede engancharte a la pantalla desde el primer fotograma o aburrirte por su ritmo, para algunos demasiado lento, ya que no consiguen introducirse en la historia.

Un notable drama y un ejercicio de cine de calidad que siempre se agradece ver.