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Togo Togo · Noplace
Voto de AGF:
4
Intriga. Drama. Cine negro. Thriller Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
19 de septiembre de 2009
19 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche del cazador es una terrorífica fábula, un cuento de no-hadas. Esto sería aceptable, de no ser porque, a pesar de que haya algunos momentos que parecen estar hechos para niños menores de cinco años, el motor de la película (además de los 10.000 dólares) es un perturbado psicópata que reza a Dios para que le ayude a encontrar la pasta y a hacer la guerra.

Así pues, el tono de la cinta no casa mucho con su personaje principal, encarnado por un fantástico Robert Mitchum, que con su interpretación de loco asesino sin escrúpulos con apariencia de religioso hombre de bien, salva la película, siendo él uno de los pocos atrayentes ingredientes de la película. Y es que, siendo el señor Harry Powell como es, casi me cae mejor que el resto de los personajes del filme.
A saber: el niño es un niño odioso de primera; la niña es tonta del culo y en ningún momento se da cuenta de que su nuevo papi sólo la quiere por el dinero, y estará dispuesto a matarla si se tercia (atención al cómico momento en el que durante la huída, en diez segundos que se le despista a su hermano, se echa a dormir... patético); la madre de las dos criaturas es, simple y llanamente, retrasada mental, tanto como para convertirse en una fanática religiosa de la noche a la mañana y como para soltar frases (del tipo: "me siento pura por dentro como el agua cristalina de un río") que le hacen a uno preguntarse cuánto y qué fuma al día; el abuelete pescador, descubre ALGO (dejémoslo ahí) muy importante, pero el muy espabilado se pone a lloriquear y se lo calla alegando incomprensibles razones; y un largo etcétera que conforma una galería de personajes a cada cual más imbécil.

Junto al hijo de puta de Harry Powell, un gran personaje que infunde temor con pocos más que mover las manos, otra virtud de la película está en su fotografía. No son pocos los planos dotados de una hipnótica belleza, o los calificables de sobrecogedores (Mitchum alzando amenazadoramente su mano izquierda (la del odio) junto a la cama de su nueva mujer).

A pesar de que por momentos la película atrape e inquiete, en el momento en el que los niños cogen la barca, todo atisbo de interés se ve atropellado por una sobredosis de estúpida ñoñería que por momentos induce al vómito. Durante su primera mitad -que no está exenta de los errores de la segunda, aunque los contenga en menores cantidades- da la impresión de que esa perversa y terrorífica atmósfera irá creciendo hasta dar fe de lo que dice Boyero (que es la película más inquietante de la historia del cine), pero a partir del ya mentado momento de la barca, todo se vuelve ramplón, repetitivo y decepcionante.

*Es posible. Algunos sí, otros no. Pero no me gustaría haberme hecho esa pregunta por culpa de la bochornosa última escena de la película (una señora a la que no conocemos de nada, mostrando una bobalicona y extasiada sonrisa, nos suelta un profético monólogo metido con calzador y pretenciosamente esperanzador). Penoso.
AGF
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