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Voto de Juan Carlos:
6
Drama. Intriga Alemania, años 20; un paquete de tabaco cuesta 40 billones de marcos. En Berlín Abel, un trapecista judio norteamericano y alcohólico encuentra el cadáver de su hermano en la habitación que ambos comparten. Se ha suicidado, y Abel se siente responsable de su cuñada, Manuela, que trabaja en un cabaret. Entre ambos surge una relación de mutua dependencia, en un mundo golpeado por la crisis, la violencia y la muerte. (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Ingmar Bergman ha sido siempre un cine comprometido con las crisis que afectan al ser humano, con las situaciones y conflictos que vive a nivel personal, con las relaciones afectivas dentro de la familia, la pareja y amistades. También recreado el ambiente social de cualquier época histórica desde la edad media. No es un cine de evasión, sino todo lo contrario, es pura introspección con una extraordinaria carga filosófica y psicológica que sin pudor penetra en la cripta sellada del subconsciente.

Como se puede ver en esta cinta no se trata de un cine sórdido y existencialista, sino que nos sumerge en situaciones que ha vivido la humanidad de una sordidez y pesimismo enormes. Ya se sabe que lo peor no es lo triste de la verdad, sino que no tiene remedio.

En esta película, ambientada en la gran crisis economica que vive Alemania en los años previos al totalitarismo y la barbarie nos muestra abrumadoramente la miseria y la falta de entusiasmo de una sociedad dividida y enferma, inmersa en una democracia enferma, que con un miedo exacerbado al comunismo no se le ocurre otra cosa que abrirle las puertas a las béstias que acechaban entonces y acecharán siempre y que siendo muy conocidas acabarán por golpear nuevamente a una sociedad deprimida y sin soluciones en pleno siglo XXI. En esta rebeladora película las béstias que amenazan, apunto de eclosionar como huevo de serpiente son el nacismo, la xenofobia, el genocidio y la locura desatada y sin control que en nombre de la ciencia gozan perpetrando absurdos experimentos sobre seres humanos, que no son más que la excusa para las más dolorosas torturas en las que encuentra placer la insensible mente del psicópata.
Juan Carlos
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