Hay películas que en su momento fueron una verdadera obra maestra por diferentes motivos (originalidad del guión, empleo vanguardista del manejo de la cámara o del tiempo de la narración, trama sorprendente, etc), pero vista unos años después pierden parte de su encanto o impacto visual. “Ciudad de Dios” es un ejemplo de esto. En el 2002 supuso toda una revelación por enseñar la dura vida en las favelas de Río de Janeiro, pero si la ves hoy en día ya no es para tanto porque hemos visto varias películas de temáticas similares y han salido las favelas miles de veces en el telediario. Con esto quiero decir que en su día este filme fue la hostia porque la imagen que teníamos de Brasil era la de los carnavales, las mulatas bailando samba y la canarinha ganando los mundiales de futbol. El día de su estreno fue un terremoto… sin embargo, ahora pues te puede sonar a algo ya visto mil veces. Te digo todo esto con motivo de que puedes leer críticas muy buenas sobre el filme y luego llevarte una decepción.

“Ciudad de Dios” es una buena película, sobre esto no tengo ninguna duda. Es un filme extremadamente crudo, violento y realista. Te sobrecoge comprobar el poco valor que tiene una vida humana en ese lugar, te recorre un frío escalofrío por todo tu ser al pensar que por dos cigarrillos te llenan el cuerpo de plomo en un abrir y cerrar de ojos… es tremendo, de verdad. Además, te lo muestran de una forma tan natural que asusta. La violencia impregna la narración por completo, en aquel infierno eres un hombre si robas, esnifas y matas (fue espeluznante cuando un crío de unos 11 años dijo esto en la película).

El filme posee un pulso narrativo de lo más acertado, una banda sonora espléndida, unas interpretaciones de gran calado y una ambientación perfecta. Esto hace que la cinta se te haga muy amena. Quizás para mi gusto es un pelín larga, esto pasa al contar tantos relatos de los diferentes personajes que componen el mosaico de la trama principal. No obstante, en casi todos los sentidos este es un filme soberbio (únicamente no me gustó la cámara al hombro). El uso de esta técnica de filmación ni me agrada ni aporta realismo. No sé por qué hay gente que le llama realista a una escena donde todo lo que está en la pantalla está moviéndose sin que se vea un carajo. Yo cuando voy paseando por la calle o haciendo footing no veo las cosas que me rodean rebotando de un lado a otro y para arriba y para abajo (ni tampoco lo veo todo borroso y confuso). No sé lo que tendrá la cámara al hombro de realista, vamos.

Y poco más te voy a contar, “Ciudad de Dios” es una buena película cuyo visionado recomiendo. Si la viste en su día fuiste afortunado porque rompió moldes. De todos modos, seguro que te gusta ahora también si la ves por primera vez.