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Ciudad de Dios

Drama Basada en hechos reales, describe el mundo del crimen organizado en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro, desde finales de los sesenta hasta principios de los ochenta, época durante la cual el tráfico de drogas y la violencia impusieron su ley en las favelas. A finales de los sesenta, Buscapé, un niño de 11 años tímido y sensible, observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la ... [+]
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Críticas 354
Críticas ordenadas por utilidad
23 de febrero de 2006
343 de 446 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madre mía... la verdad es que Fernando Meirelles acojona. El jardinero fiel es valiente y honesta, pero es que Ciudad de Dios encima es real. Contemplar cómo la vida humana vale menos que un real y filmarlo de esa manera es digno tanto de aplauso como de posterior jaqueca. Innovador en la técnica y con un pulso narrativo excelente, todavía el tipo se apoya en un montaje ¿feroz? para adentrarnos en un mundo que sólo imaginábamos, y por supuesto, ninguno de nosotros suponía que fuese tan malo. Sólo de oídas. Pero cuando descubres que ver y oír son dos verbos distintos... pues te cagas pata abajo.

Me parece una de las mejores operas primas que he visto jamás. A la media hora ya estoy inmunizado contra el siguiente que pueda tirar de gatillo, simplemente espero que ocurrirá esta vez. A partir de hoy voy a recomendar este film a cualquiera que me caiga mal, porque pese a ser una obra de arte, contemplar un Pulp Fiction a la brasileña creo que rebasa lo que uno humanamente puede tragar. Aún y todo me parece perfecta y espero con ansiedad el primer largometraje de Meirelles con bandera americana. Van a salir escaldados. Igual le da por criticar la guerra de Irak, y cómo vaya en la misma línea...

Jack el destripador sólo era un lunático meapilas y traveston. Film para degustar alejado de la familia. 9.4

"Zé pequeno, creo que deberías echarte una novia."
Txarly
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5 de noviembre de 2007
206 de 251 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cenoura, Bené, Ze Pequeño, Dadinho, Buscapé, Filé con patatas, Mané Galinha, Neguinho...

Este "menage a trois" entre Godfellas vagabundos, balas de Peckinpah y Manu Chao espídico se ha situado por mérito propio entre las mejores películas de la década, y quién sabe para el futuro... Particularmente pienso que envejecerá bien, pues radica su fuerza en los violentos personajes, y eso nunca pasa de moda, a parte de tener una estructura moderna, no exagerada, basada en parones de cámara, capítulos titulados y viajes en el tiempo por flash backs que se enganchan una y otra vez a la historia.

El ritmo es frenético y antes de querer darte cuenta ya estás enganchado a las desventuras de la favela.

Buenas frases, buen trato a los personajes, buena música, desgarradora, a ratos, fotografía y un frío trato a la realidad, que le permite prescindir de mostrar la moraleja, cosa que yo, personalmente, agradezco enormemente.

Respecto a la polémica de su puesto 20 en el top FA (y llegó a estar entre las diez primeras, creo recordar), ya veremos qué dice el tiempo. Hay que tener en cuenta también que mucha gente ve la peli, le gusta, y en fin, le falta tiempo para conectarse y soltarle un 10. La emoción está reciente, acto que no ocurre igual de exagerado con los grandes clásicos (si mi padre vuelve a ver L'Atalante no sale disparado del salón al ordenador para conectarse a leer como un enfermizo todo lo que se cuente de ello en la Gran Red y ponerse a disparar votos y piropos en foros y páginas de todo tipo donde se mencione "Cidade de Deus".

La película que más me ha gustado en lo que llevamos de XXI.
Sines Crúpulos
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2 de octubre de 2007
109 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película retrata sin complejos ese otro Brasil que en tiempos antaños andaba camuflada bajo las bonitas postales de las playas de Río, las preciosas rubias veinteañeras con sus espectaculares bikinis amarillos, o para los más turísticos-culturetas; la impresionante estatua de "El Cristo Redentor".
Que ni la vida, ni mucho menos Brasil, es todo el día tocar panderetas bajo los cardiacos movimientos de culete de la hermosa mulata sobre la carroza.

Quien esté libre de pecados que tire la primera piedra; dijo aquél. Pues Meirelles no sólo no la tiró, sino que nos la puso sin sonrojarse ante nuestros ojos creando una auténtica obra maestra.

Exceptuando producciones estadounidenses, en no muchas películas se puede decir que se te quedará grabado de por vida los nombres de los personajes protagonistas. "Ciudad de Dios" sí lo consigue. Todo el que la ha visto jamás olvidará los nombres de "Buscapé", "Cabeleira" o "Zé Pequeño".

A ver si los Estados Unidos le echa valor alguna vez (pese a que me encanta sus películas), y nos muestra un poco de cruda realidad interna como lo han hecho en su cine Brasil y muchos otros países; Entre otros España con su Torete, Vaquilla, Trompetilla... que como dije antes, no todo es pandereta.
JuanCádiz
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22 de agosto de 2006
102 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las interpretaciones soberbias son uno de los puntos fuertes de esta maravilla. Si a éso le sumamos un guión portentoso, un argumento interesantísimo, el desarrollo perfecto de los personajes, una ambientación totalmente verosímil, y unos diálogos sin ningún desperdicio, nos encontraremos con una obra maestra indiscutible que trata, sin ninguna concesión, de la patética realidad en la que se despiertan cada día millones de niños y jóvenes, en otras latitudes menos amables que la nuestra.
Recomiendo con vehemencia y aspavientos su vision, porque contiene más verdades que cualquiera de los periódicos que, cacareando, se rasgan las vestiduras hipócritamente y a diario, al narrar la miseria y el horror que aún hay en según que zonas de este mundo.
Kingo
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8 de diciembre de 2008
77 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
De pronto, una gallina huye despavorida por los rincones más empobrecidos de Brasil. Huye de un puñado de rateros que la persiguen con el simple fin de darse un buen festín, y de pronto, salen a relucir las primeras armas. Como en el viejo oeste, en esos lugares sin normas estrictas, donde la única ley venía regida por un puñado de balas disparadas en el momento oportuno, en esa Ciudad de Dios, sucede exactamente lo mismo. El arma sale a relucir en cualquier lugar, y es la que impone su juicio, atemorizando e intimidando.
Poco después, y tras un flashback, observamos como un grupo de tres chavales llamado “O Trío Ternura”, atacan un camión a mano armada. Tras imponerse a sus ocupantes, de pronto aparece la policía, y ellos huyen como alma que lleva el diablo. En su huida, dejan sus ropajes por el camino, y se incorporan a un partido de futbol que se está jugando en uno de los terraplenes que ocupan la zona. Pasan inadvertidos, porque todavía son chavales. Quizá tengan uso de razón y el suficiente carácter como para amedentrar a alguien, pero no dejarán de ser chavales.
En dos curiosas secuencias, llevadas con pulso, Meirelles ya ha desgranado qué significa esa Ciudad de Dios en la que habitan: La ley del más fuerte, impuesta por los más jóvenes de la zona.

Desde ese momento, su arranque no puede ser más impactante: No sólo el cineasta brasileño recalca la turbiedad y aspereza del lugar que ha presentado con unas aplastantes secuencias, sino además desgrana con eficiencia las diversas historias que componen este contundente testimonio que, podrá impresionar más o menos, pero en todo momento golpea con la cruda realidad que muestra sin tapujos, sin medias tintas y con una firmeza desgarradora.

El elenco de personajes que componen tanto Meirelles como Lund, se mueven por la pantalla con una garra y una eficiencia dignas de elogio. Ni la menor de esas caracterizaciones, ni la que tiene menos protagonismo, está descuidada, porque desde la vehemencia y locura de Ze Pequenho, hasta la compostura de Mané Galinha, el ímpetu de Dadinho o el pulso de Bené están retratados con una veracidad y de una forma tan redonda, que lograr que confluyan con total elocuencia por la pantalla, parece sólo un juego de niños.
De niños que matan por un territorio o por unas rayas, eso sí. Y vician todo aquello que tengan ante sus narices, con tal de salir adelante y poder llevar las riendas en un lugar tan sórdido como desolador. Donde las lágrimas derivan en sangre, donde la confianza se transforma en abuso. Con un sólo disparo en la noche más tranquila.
Grandine
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