“Black Hawk derribado” es una película sólo y exclusivamente de guerra. Se trata de un producto atípico como película propiamente dicha, ya que aquí no se desarrollan los personajes ni tampoco posee un argumento principal definido. La trama resulta caótica, en formato casi de documental, y en cuanto a sus personajes pues resultan bastante impersonales. Esto se puede interpretar de muchas maneras: ¿Es un acierto? ¿Un error? ¿Una manipulación propagandística? ¿Una indecencia? Me parece muy bien que cada uno piense y diga lo que quiera al respecto. No obstante, creo que no hay que buscarle los tres pies al gato constantemente a todo lo que vemos. En mi opinión, Ridley Scott ha querido hacer un retrato realista e implacable de lo que es un conflicto armado (ni más ni menos) y considero que en este sentido acierta de pleno.

Ridley Scott nos muestra cómo sería un combate urbano de forma asombrosamente fidedigna. La puesta en escena es extraordinaria tanto por su realismo como por su despliegue de medios. No tengas ninguna duda de que todo el apartado técnico está cuidado con un mimo exquisito (la fotografía y el manejo de cámara son excepcionales, los efectos especiales tremendamente reales, la banda sonora de mucha categoría, los decorados y rodaje en exteriores impecables, etc.) Todo, repito, todo el aspecto técnico rezuma calidad por los cuatro costados. Asimismo, la narración está impregnada de un ritmo trepidante de principio a fin y, además, la violencia, los tiros y las explosiones salpican el relato continuamente sin llegar nunca a hacerlo de forma gratuita (otro gran acierto en mi opinión).

Y para terminar con mi crítica, quiero advertir de que esta no es una película para aquellos que busquen profundas reflexiones ideológicas o políticas sobre la guerra. Tampoco lo es para los que quieran una cinta de guerra convencional o con una moraleja antibélica de por medio. Esto es lo que es, o sea, un retrato crudo, duro y brutal sobre la guerra. No obstante, tiene algún que otro buen pasaje como, por ejemplo, aquel donde Eric Bana le explica a Josh Hartnett el porqué hace lo que hace y, también, las gestas heroicas de los soldados que nunca abandonan, pase lo que pase, a un compañero caído en el campo de batalla.