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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
7
Terror. Intriga La joven poetisa Rose Elliot adquiere un antiguo diario escrito en latín. En él descubre la existencia de las Tres Madres del Mal y empieza a creer que en su apartamento habita una de ellas. Llena de temor, busca la ayuda de su hermano Mark. (FILMAFFINITY)
19 de abril de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto lo escribió el que suscribe hará un año y pico:
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“Inferno, más que obra del propio Argento, parece la obra de un imitador de segunda que intentase hacer “Suspiria II” pero que fuese incapaz de transmitir un ápice de la frescura de aquella. Sí, estéticamente –precisamente porque fusila todos y cada uno de los hallazgos estéticos de Suspiria sin añadir nada- es imponente. Por eso, y sólo por eso, le pongo un 5. Pero argumentalmente es un cero, la más absoluta vacuidad. La historia de Suspiria era una gilipollez, sí, pero estaba narrada con talento, midiendo los tiempos sabiamente; consiguiendo intrigar al espectador. En ésta el hilo narrativo –todavía más escaso y bochornosamente absurdo- está tan pésimamente hilvanado que resultaría incompresible aunque hubiese algo que entender.”
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En efecto, acabo de constatar algo que todos ya sabíais: soy gilipollas.
Releyéndome, estoy comprobando con que las críticas que le dedique al cine de Argento en su momento son, en general, pura mierda: superficiales y pueriles. Ahora, tengo que reconocer que no tenía ni pajolera idea de lo que hablaba: incluso sus peores obras se han revelado mucho más complejas y sutiles de lo que imaginaba tras revisitarlas.
Y, sin duda, entre la filmografía de Argento, ninguna obra requiere tanto de un segundo o tercero visionado como “Inferno”: la más compleja y ambiciosa de sus películas. Es más, me atrevería a decir que es imposible valorarla hasta no haberla saboreado media docena de veces: lo mínimo imprescindible para empezar a atisbar su descomunal magnitud.

Porque, es verdad: “Inferno”, tras un primer vistazo superficial pude antojarse “aburrida”, “deshilachada” o “fallida”. Y es hasta lógico: estamos tan profundamente anquilosados por los convencionalismos “Made In Hollywood” y su cine mata neuronas que en cuanto algo se sale de vereda y nos muestra algo que no sean tías, hostias y “happy end” nos ponemos nerviosos: lo queremos todo bien claro y masticadito…
Y, en cambio, ¿qué hace aquí Argento? Algo tan valiente como su suicida: sacrifica completamente el “imprescindible” hilo argumental, reduciéndolo a la mínima expresión, y lo remplaza por el puro poder de sugerencia de las imágenes -quizás las más poderosas e hipnóticas jamás rodadas- y por un complejísimo (y bastante fallido) juego de interrelaciones simbólicas. Olvida, por tanto, las chorradas que se leen por “ahí”: esto no es “Suspiria II”. Es algo infinitamente más ambicioso: más cercano al universo simbólico de un David Lynch (con todo lo bueno y malo que esto supone); es el intento de crear un modo de narrar completamente nuevo.

¿Lo consigue? Probablemente no. El mismo Argento ha reconocido que jamás quedo completamente satisfecho con el resultado final, y el desenlace, se mire como se mire, es, en efecto, fallido y apresurado. Pero es igualmente cierto que la película cada vez me parece menos imperfecta, más coherente y arrebatadoramente bella; más inquietante y perturbadora.
Jinete nocturno
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