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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
7
Serie de TV. Intriga. Thriller. Drama Serie de TV (1990-1991). 2 temporadas. 30 episodios. El excéntrico agente del FBI Dale Cooper (Kyle MacLachlan) llega a Twin Peaks, una pequeña población montañosa, para investigar el brutal asesinato de la joven y bella Laura Palmer, la chica más popular del instituto de la localidad. Con la ayuda del sheriff del pueblo, el amable Harry S. Truman (Michael Ontkean), el agente Cooper comienza a interrogar a los habitantes del pueblo y va ... [+]
20 de enero de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que era un crío que apenas estaba entrando en la seborreica adolescencia, aún recuerdo con nostalgia la que se montó en este país cuando Twin Peaks llegó de la mano de aquella Telecinco 5 de "las mamachicho" y Xuxa: presa de una asombrosa psicosis colectiva, el personal se olvidó de la crisis económica -sí, tambien entonces-, de los atentados de ETA y de la madre que los parió a todos y centró toda su atención en la resolución de aquel puñetero enigma que se convirtió en el tema de conversación único: “¿Quién (cojones) mató a la Laura Palmer?” A tales niveles llegó la fiebre por la dichosa Twin Peaks que conocer al dedillo la trama y personajes de la serie pasó a ser requisito para tener vida social: aquellos –como yo- que por la circunstancia que fuera -negativa en redondo de mis mojigatos padres- no seguían la dichosa serie pasaron a ser poco menos que apestados indignos de la vida. Sí amigos; Laura Palmer jodió mi primer año de instituto.

En fin. El caso es que, ya sea fuera por eso o (más bien, a quién voy a engañar) porque tiendo a desconfiar de los productos “unánimemente” aclamados, y a pesar de mi admiración casi talibán por el cine de Lynch, me ha costado bastante animarme a ver la dichosa serie, y no ha sido hasta este fin de semana cuando, metiéndome un atracón épico, me he comido la serie enterita.

Pues bien, cumplido el trámite tengo que decir que, siendo buena, y cómo me temía, me ha decepcionado ligeramente. Y es que la serie promete infinitamente más de lo que finalmente te da; se queda en coitus interruptus.

Hay que reconocer que el principio es brutal y que parte de una de las bases argumentales más fascinantes de la historia de la televisión: la bella y angelical Laura Palmer, perfecta adolescente americana y dechado de virtudes por la que todos los chicos babean y todo padre quiere por hija, es brutalmente violada y asesinada. Aparentemente, es el crimen de un psicópata. Pero, las cosas no son lo que parecen: la policía no tardará en descubrir que tras esa inocente fachada la “dulce” Laura escondía una sórdida doble vida digna de Lucrecia Borgia: la verdadera pregunta, uno no tarda en darse cuenta, no es tanto "¿Quién mató a Laura Palmer?" sino "¿Quién era Laura Palmer?".

A este buen planteamiento, hay que añadir una ambientación sobresaliente de un Twin Peaks de ensueño que parece atrapado en algún momento de los Cincuenta (la omnipresente infancia de Lynch, a la que regresa en cada película), y personajes tan carismáticos y redondos como el agente especial Cooper, una suerte de lisérgica mezcla entre Sherlock Holmes y la Tangine de Poltergeist, y su contrapunto, el prudente y sensato Sheriff Truman, amén de una constelación de secundarios entre los que no faltan esas imprescindibles aportaciones de frikismo lynchiano que muchos tanto agradecemos.

En efecto, un principio insuperable y muy prometedor que hace de primeros capítulos una auténtica gozada más adictiva que la cocaína. Pero...


Pasado este punto (y mucho antes de llegar al famoso episodio 17, en el que se revela el "asesino" y muchos sitúan como el comienzo de la decadencia) la serie empieza a desinflarse poco a poco. ¿Que cuál es el problema? Pues exactamente ese: que es “tele”; que por muy altas que pudieran ser las pretensiones artísticas de Frost y Lynch en un principio, la televisión impone finalmente sus servilismos y clichés y acaba por arruinar en parte el resultado. Lamentablemente, también la mítica Twin Peaks adolece las típicas cagadas que cabe esperar en una teleserie ochentera e, irónicamente, termina por parecerse bastante a “Invitation to Love”:


-Trama principal, que podía -y debía- haberse resuelto en la temporada inicial, innecesariamente alargada para seguir exprimiendo la teta. Hay capítulos de evidente relleno en los que no pasa nada en absoluto. Eso aun perdonando el hecho de que Lynch nos toma el pelo de mala manera y nos vende en el episodio piloto algo que nada tiene que ver con lo que es la serie finalmente...

-Subtramas tramposas, que no llevan a ninguna parte y que no tienen más función (nuevamente) que añadir minutos a la serie o mantener enganchado al personal mientras el guionista se “inventa algo”. Ejemplo es el capitulo y medio que dedican al secuestro en el burdel de la buenorra de Sherilyn Fenn.

-Inequívoco sabor a culebrón venezolano en la evolución de las historias de algunos secundarios, a los que les aparecen amantes o hermanos de debajo de las piedras, pasan de ser buenos a “malos molosos” (o viceversa) de un capítulo a otro y que tras morir “resucitan” tres capítulos más tarde.

-Guion que apesta a improvisado, en el que, más allá de la genial idea inicial y de la ominosa (pero mal desarrollada y explicada) presencia de “Bob”, todo parece irse montando sobre la marcha en base a la última ocurrencia.

Todos estos son, para mi gusto, defectos lo suficientemente graves para que no podamos hablar ni en broma de una "obra maestra”. Sin embargo, lo que más me encabrona no es esto, sino la evidente autocensura de un Lynch a “medio gas” que, limitado por el medio y tirándose a lo comercial, nos ofrece una visión bastante light y descafeinada de sí mismo. El complejísimo y tenebroso mundo simbólico del mejor Lynch queda aquí limitado a algunos puntos de surrealismo “soft” que parecen orientados, más bien, a añadir algunos toques de humor absurdo a la trama y que, en todo caso, y salvo por un puñado de brillantes momentos aislados –el sueño de Cooper, capitulo final, las apariciones de Bob...-, no tienen ni por asomo la fuerza de lo visto en un “Eraserhead”, “Mulholland Drive” o “Lost Highway”; más bien (y salvando las distancias) recuerdan al tono estrafalario y caricaturesco de “Corazón Salvaje”.
Jinete nocturno
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