Ya tenía ganas de que llegara a mis manos una película así, me encanta el cine de espionaje. Si a esto le sumas el extra de James Cagney, ya tenemos todo montado para disfrutar un buen rato.

Calle Madeleine nº 13 reúne muchas cosas y casi todas interesantes. El mundo del espionaje es más complejo de lo que podamos imaginar en un principio. Por ejemplo, en el fútbol se ensañan tácticas durante la semana de entrenamiento para ponerlas en práctica en el partido del fin de semana y obtener un éxito. Pero esas tácticas no las conoce tu rival, esa es tu ventaja. Si llegasen a tu contrincante de una manera u otra, ya no lo sorprenderías y la victoria sería más complicada. En la guerra ocurre lo mismo, muchas, muchas, muchísimas guerras han sido ganadas por la estrategia militar, un detalle, un lugar, un plan han inclinado la balanza a un lado u otro. Y los espías estaban para eso precisamente, para mezclarse con el enemigo, aparentando ser uno de ellos y poder recopilar la información necesaria para pasarla al bando correcto.

Esto no es nada sencillo, hablamos sobretodo del idioma, las costumbres, memorizar muchos datos, fechas, personajes, etc y lo más peligroso, en la mayoría de los casos, el final de un espía era...la muerte.

Bob Sharkey (James Cagney) es un instructor de espionaje de la Armada estadounidense y tiene la misión de entre un grupo amplio de candidatos, preparar a tres para una misión en Francia, el objetivo es descubrir una base alemana de misiles.

Con el paso de los días, Sharkey es informado, que entre uno de sus alumnos, hay un agente infiltrado de la Gestapo, entonces decide dar información falsa, el tiempo le dirá si su plan fue el correcto o no.

La película ha optado por rodar la mayoría de las escenas en localizaciones reales de Francia, dándole un valor visual grandioso a la historia. No sería lo mismo en estudios.

La película se divide en dos partes bien definidas, una primera el periodo de instrucción, que para mí es la mejor y la más entretenida y una segunda cuando llegan a suelo francés. Y mención especial al dúo principal de protagonistas, el siempre cumplidor James Cagney y un magistral y creíble Richard Conte.

Muy buena historia ambientada en la segunda guerra mundial.