Reconozco que en mi radar de directores no tenía fichado al mexicano Michel Franco y a partir de ahora si que lo voy a tener bastante presente. Si sus trabajos anteriores son la mitad de bueno que Sundown, le seguiré los pasos.

La peli es sorprendente desde el principio, porque el director a través de sus personajes, decide contarte cosas, pero sin hacerlo de forma directa. Es decir, te muestra escenas, diálogos para que te creas lo que no es que lo irás descubriendo a medida que pasa el tiempo. También usa escenas para separar el mundo de los privilegiados con dinero, de aquellos que malamente llegan a final de mes.

Una familia acomodada, sólo hay que ver donde se encuentran y el servicio que se les otorga. Primera gran mentira, te crees que hay un matrimonio de por medio, cuando no es así. Pero lo interesante es que el director juega contigo y hace que lo pienses durante más de 20 minutos, hasta que llega la desgracia familiar y el truco del almendruco de nuestro protagonista principal.

Alrededor del personaje de Tim Roth comprobamos muchas cosas, que aunque hayas caído de pie en una familia acomodada económicamente, es más importante la libertad personal, cosa que le falta al protagonista. Una persona ambigua, que muestra una indiferencia emocional en todo momento, es distante y no sabemos las motivaciones ocultas que llevan a ese comportamiento. Suena a crisis existencial.

Es tan curioso su comportamiento, que se convierte con diferencia en lo más interesante de la historia, porque no sabes realmente que se le está pasando por la cabeza, ni las razones verdaderas de su comportamiento. Ni incluso cuando recibe las demandas familiares, parece anteponer sus ansias de libertad.

Son magistrales las escenas primeras a puro lujo, con los sirvientes llevándoles las bebidas hasta donde están, los baños en esas piscinas tan privilegiadas, etc. Sin embargo, si se nota la gran distancia emocional, que no física entre Neil y el resto de la familia y hay una escena que lo ejemplifica perfectamente, cuando está solo en la piscina frente al mar.

Neil sabe muy bien lo que desea desde el mismo momento que ingenia el plan en el aeropuerto y sabe donde cree que puede estar su felicidad y realmente no está en el avión que lo lleve de vuelta a Londres. Tampoco en el dinero que pueda almacenar por derecho legítimo. Todo es mucho más simple. Y Michel Franco nos lo expone en imágenes muy simples.

Una silla de plástico, una fría cerveza, el mar acariciando tus pies, una joven mexicana y sexo sin compromiso. En resumen, una vida sencilla, sin responsabilidades, ni compromisos. Despreocupado por el futuro, o quien sabe, si tampoco por el presente. Su indiferencia es tan abismal, que en ningún momento podemos adelantarnos a saber que hará o que dirá. Ni tan siquiera en condiciones adversas con las que se encontrará poco después, cuando se pone de manifiesto el gran problema del país, la violencia.

A mi me ha gustado mucho la película, sin lugar a dudas, Tim Roth se la come el solito con patatas.