Tras un inicio un tanto incierto y una secuela que superó en todos los aspectos a la primera entrega, llega ahora la tercera parte de una historia que logra sostener el nivel de sus predecesoras.

La adicción al trabajo de Drac preocupa a su hija Mavis, que le propone a su padre tomar unas vacaciones lejos del ámbito del hotel para que se despeje y pase un tiempo de calidad con su familia.

Así, la familia de Drac y toda la tropa de monstruos se embarcan en un crucero exclusivo para su especie, que los llevará a recorrer una particular ruta especialmente trazada para ellos, pero todo se complica cuando Drac queda perdidamente enamorado de Ericka, la capitana del barco que parece esconder un misterioso secreto.

Con un prólogo que introduce a Van Helsing, el cazador de monstruos, y nos remonta muchos años atrás, la tercera entrega de esta saga tiene un inicio frenético, con mucho de humor físico y con ese sabor de las viejas caricaturas donde lo único que sucedía eran eternas persecuciones donde el perseguidor solía terminar mal.

Pronto la acción regresa al presente y se traslada con todos los monstruos ya conocidos al crucero, donde la trama principal gira en torno a Drac y su posible enamoramiento con la capitana del barco, lo que dará lugar a algunos buenos momentos de comedia, algunos musicales y el desfile de todos los personajes en situaciones cómicas que tienen ahora como añadido el cambio de locación.

Esta tercera parte no logra ser tan efectiva como su antecesora, pero logra mantener el nivel de humor de la saga, con una referencia/homenaje a los Gremlins incluida, que es una de las mejores secuencias de una película que cumple y nada más.

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