United 93 pretende efectuar una meticulosa recreación de los acontecimientos que rodearon el vuelo identificado con aquel núméro de la compañía United Airlines, el último de los aviones secuestrados aquella infausta mañana de septiembre de 2001.

United 93 alcanza con valentía los peligros de esa delgada línea que separa la realidad de la ficción. Aprovecha el previo y nutrido conocimiento que el espectador tiene del acontecimiento que se le está narrando para efectuar un ejercicio de honestidad y plantear de este modo la imposibilidad humana de controlar con infraestructuras, civiles o militares, la locura que el terrorismo puede engendrar.

United 93 disuelve el heroísmo en lo accidental, por cuanto deja bien claro que la reacción de los pasajeros del avión fue debida únicamente a la conciencia de estar siendo víctimas de la misma conspiración terrorista que ya había estrellado dos aviones en las torres del “World Trade Center”, concientes por lo tanto de hallarse condenados a una muerte segura. Así que aquella reacción se viste en imágenes de anarquía, de sufrimiento, de caos.

Cierto es que United 93 es una película que se posa en el estómago, que se revuelve, que duele a horrores. La película nos dice que la reacción de los pasajeros fue una reacción humana, por triste que resulte, es una película necesaria.