Lo que empezó como una especie de cuento gótico con resabios victorianos, lleno de misterio, se fue convirtiendo con el paso del tiempo en un lío morrocotudo en el que parecía imposible encontrar algo que tuviera sentido. De nuevo nos topamos con el mismo problema de tantas series: saber parar a tiempo. Un total de siete temporadas, ni más ni menos, forman el "Internado". Por esa las tramas con las que se inician se ven superadas por la aparición de nuevos personajes, muchos de ellos con poderes sobrenaturales espectaculares, e historias diversas, rizando el rizo al máximo con la idea de mantener la serie cuanto más tiempo mejor.

Si hasta la cuarta y o la quinta la cosa consigue mantenerse, la sexta, y especialmente, la última supone un bajón bastante pronunciado. Pese a todo, los creadores saben como jugar con los elementos de la intriga con lo que el interés se mantiene pese a todo el desvarío en el que se ve abocado "El internado". La conclusión es que de tanto misterio que hay te dejan una cantidad de cabos sueltos impresionantes, supongo que porque está todo tan liado que resulta imposible darle una explicación coherente a lo que ha salido desde el principio.

Pese a todo lo dicho, "El internado" gusta de ver. El ambiente, el misterio, las tramas que se sacan de la manga o la cantidad de personajes sorprendentes que aparecen la hacen entretenida. Y luego la presencia de dos de las actrices más guapas de nuestro panorama: Ana de Armas (en el papel de Carolina) y Blanca Suárez (interpretando a Julia, que aparece en la segunda temporada). Las dos están tremendas y encima paseándose por los pasillos de "Laguna Negra" vestidas de colegialas te mantienen en un estado de excitación permanente, casi insoportable. Personalmente, aunque Blanca es preciosa, elegante y con clase, prefiero a Ana de Armas, tanto por su belleza como por su aspecto dulce, sensual pero infantil. Y encima ese acentito de su Cuba original tan excitante. Y las coletas. Y el uniforme. Paro, que si no me pierdo.