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Voto de Reaccionario:
4
Drama. Comedia En 1948 Clément Mathieu, profesor de música desempleado, acepta un puesto como profesor vigilante en un internado de reeducación de menores. El sistema represivo aplicado por el director conmociona a Mathieu. Enseñándoles música y canto coral a estos niños tan difíciles, Mathieu transformará sus vidas cotidianas.
21 de marzo de 2013
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película francesa, del 2004, con nominaciones a los Oscars y con tan buena nota, tiene todos los ingredientes para ser un tostón. Llamadlo olfato o prejuicios. Pero lo cierto es que una vez más, he dado en un clavo. "Los chicos del coro" se aproxima peligrosamente a la parida. Toca varios temas pero tal mal, de forma tan ramplona, blandengue y cobarde que una vez vista no sé qué me ha querido contar Barratier. A la película le falta inteligencia y realismo. Por ejemplo, estos niños que van de gamberros son unos buenazos y unos inocentones. Sólo de esta forma un tipo tan gris, con tan poco carisma y autoridad, puede metérselos en el bolsillo, entre otras razones, porque como hay un "poli malo" con una vara, el director, Mathieu (Gérard Jugnot) puede hacer de "poli bueno", incluso yendo de "colega" de ellos cosa que nunca se debe hacer. Al final, muchos tópicos sacados de una legión de películas ("El club de los poetas muertos", "Semilla de maldad", "Rebelión en las aulas", ¿vale también "La Princesita"?, etc.) pero me gustaría ver como educa a Mondain, el pelirrojo ese malote, por cierto, el único que verdaderamente necesita ayuda, pero del que se deshacen por ser una molestia para una historia tan repipi.

El gusto es algo muy personal pero "Los chicos del coro" no tiene nada para que lo haga. No es ni sensible, ni dramática, ni entrañable, ni divertida, ni lacrimógena, ni nada. De hecho, todos los temas espinosos, como las carencias afectivas de estos niños, son orillados. Pero eso sí, está impregnada de una filosofía buenista, simplista y ridícula que pese a todo domina a las generaciones actuales. Por ejemplo, se basa en ideas como que todos tenemos una virtud "oculta" que hay que descubrir, que todo el mundo es bueno (menos alguien que sea "fascista" en un amplio sentido de la palabra. Entonces es muy malo), que la autoridad, la jerarquía, la disciplina, las normas, el castigo y hasta la moral (estos cantan pero siguen sin distinguir el bien del mal. Nadie se lo enseña) son cosas nefastas que hay que superar, que para mejorar hay que cambiar las estructuras pero nunca a las personas. Normal que a Barratier le saliera este pequeño adefesio con tanta memez. Porque en realidad, las cosas no son así. Porque nos guste o no, existe el mal, el odio, el fracaso, la soledad o la falta de amor, cosas que no se cambian con una palmadita en el hombro. Hace falta mucho más que lo que sale "En los chicos del coro" (SPOILER).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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