Que un caballero se de el piro para dejar tirada a su familia, es posible por más que tenga cuatro hijas como cuatro soles. Que un señor como Denny, que aunque cervecero y tripón, es una antigua estrella del beisbol con la planta de Kevin Costner, esté solito, haciendo un esfuerzo, me lo creo. Que encima se fije en una madre de familia como Terry (Joan Allen) que no se le conocen virtudes, y mucho menos atractivo, en vez de en alguna de las niñas ya creciditas, cosa por la que apostábamos en casa, peor aún pero vale. Pero que Lavender, es decir, Evan Rachel Wood, que es la más guapa de todas las hermanas, vaya por el instituto sin que el chico que le gusta le preste atención, por ahí no paso. ¡Pero si medio colegio debería estar babeando! Como no sea homosexual, no me lo explico porque otra cosa no sé. Claro que para los más impacientes aviso que Mike Binder va a enmendar alguna de las premisas que ya he expuesto.

Pero vamos a centrarnos un poquito. Comedia dramática un poco indecisa, a veces hace gala de un humor un poco ácido pero simpático y otras parece acercarse a la tragedia, que en realidad viene a ser una revisión modernizada de "Mujercitas", la novela de Louise May Alcott o bien sus versiones cinematográficas como la de 1949 o 1994. El caso es que Terry es abandonada por su marido pero tiene la suerte de contar con un vecino con el que pronto surgirá la atracción. Película que no es brillante pero sí disfrutable. Ahora bien, me interesa rebatir este feminismo igualitario que evita responsabilizar a las mujeres del hombre con el que están. Nos dicen que ellos son tal o cual, siempre malo, pero ¿por qué entonces los escogen? Con esto lo que en realidad transmiten es que no deciden ellas, sino que decidimos por ellas. Tanta igualdad acaba en una pérdida de valor de lo femenino que no se cree capaz de atraer al hombre.