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Voto de Nos vemos los Jueves:
7
Serie de TV. Thriller
Tras comprar una casa en la sierra de Madrid, Lidia entra en contacto por Internet con su antiguo dueño, Wally, quien vive en Argentina. Ella afirma escuchar a otras personas que parecen habitar la casa.
13 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para analizar esta historia no hay que fijarse en los patrones típicos pues no sigue los cánones típicos. No es una serie al huso.
Si hablamos de series entendemos grabaciones de varios capítulos con un total de minutos muy superior a los de una película, y con opción de contar con varias temporadas (suplicar, triplicar... el volumen temporal).
Una miniserie sigue siendo más larga que una pelicula pero su organizacion interna es diferente (Band of Brothers tiene 10 capitulos de 60 minutos cada uno, Sherlock tiene 3 capitulos por temporada de 90' y 13 capitulos en total...).
MIentras que esto tiene 8 capitulos de 7 minutos cada uno. En total, apenas una hora. Poco para ser considerado película y mucho para llamarse cortometraje (aunque está bastante cerca de estos en cuanto a planteamiento-nudo-desenlace).
Más allá de la trama, el mérito está en la forma de narrar. Si los protagonistas creen ver u oír un fantasma en su ordenador, el espectador también. Así, con habilidad y una buena ejecución, logra hacer más partícipe a quien está mirando, que termina tentado de dar al pause o ampliar la pantalla para tratar de desentrañar lo que está ocurriendo.
Lo que parece una comedia romántica, evoluciona hacia el suspenso. Después, se pasa al misterio y, finalmente, la historia termina con un toque de terror. Como todo buen final, la historia se resignifica: nada es lo que se vio y todo lo que se vio es, en realidad, parte de otra cosa.
El recurso de los glitches, lejos de cansar se potencia, va creciendo y se vuelve cada vez más enigmático, como una pieza fundamental más que un adorno o disimulo
Crítica completa:
https://thejournalist.es/limbo-o-como-hacer-una-serie-de-menos-de-60/
Si hablamos de series entendemos grabaciones de varios capítulos con un total de minutos muy superior a los de una película, y con opción de contar con varias temporadas (suplicar, triplicar... el volumen temporal).
Una miniserie sigue siendo más larga que una pelicula pero su organizacion interna es diferente (Band of Brothers tiene 10 capitulos de 60 minutos cada uno, Sherlock tiene 3 capitulos por temporada de 90' y 13 capitulos en total...).
MIentras que esto tiene 8 capitulos de 7 minutos cada uno. En total, apenas una hora. Poco para ser considerado película y mucho para llamarse cortometraje (aunque está bastante cerca de estos en cuanto a planteamiento-nudo-desenlace).
Más allá de la trama, el mérito está en la forma de narrar. Si los protagonistas creen ver u oír un fantasma en su ordenador, el espectador también. Así, con habilidad y una buena ejecución, logra hacer más partícipe a quien está mirando, que termina tentado de dar al pause o ampliar la pantalla para tratar de desentrañar lo que está ocurriendo.
Lo que parece una comedia romántica, evoluciona hacia el suspenso. Después, se pasa al misterio y, finalmente, la historia termina con un toque de terror. Como todo buen final, la historia se resignifica: nada es lo que se vio y todo lo que se vio es, en realidad, parte de otra cosa.
El recurso de los glitches, lejos de cansar se potencia, va creciendo y se vuelve cada vez más enigmático, como una pieza fundamental más que un adorno o disimulo
Crítica completa:
https://thejournalist.es/limbo-o-como-hacer-una-serie-de-menos-de-60/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La trama es sencilla y solo cuenta con tres personajes: Lidia (Ingrid García-Jonsson), una mujer que ha comprado una casa en la sierra de Madrid; Wally (Demián Salomón), argentino antiguo propietario de la casa y que ahora vive en Argentina; y Rodrigo (Eloy Azorín), exnovio de ella y que solo aparece en algún capítulo.
Lidia y Wally mantiene contacto vía chat en un tono cada vez más personal. Hasta ahí todo normal. Pero pronto se empiezan a observar sucesos más extraños que el clásico "chico conoce a chica".
Los espectadores siguen toda la historia, narrada en ocho capítulos breves que no llegan a los 10 minutos, a través de la pantalla del ordenador de Wally. Allí se pueden ver las conversaciones que mantienen a través de Skype, los vídeos que monta mientras Wally o cómo adjunta archivos para enviar a su interlocutora.
La mala conexión a Internet en la casa de la montaña añade inquietud a una historia en la que empiezan a colarse misteriosas amenazas en forma de sonidos, sombras e incluso intrusos en la casa.
Según avanza, la historia se va volviendo más inquietante, y el final obliga al espectador a replantearse todo lo anterior.
Más allá de la trama, el mérito en Limbo está en la forma de narrar, aprovechando las posibilidades que da el formato digital para recrear ese mismo entorno (casi con toda probabilidad, el ordenador o el móvil) en el que se está viendo la serie. Si los protagonistas creen ver u oír un fantasma en su ordenador, el espectador también. Así, con habilidad y una buena ejecución, logra hacer más partícipe a quien está mirando, que termina tentado de dar al pause o ampliar la pantalla para tratar de desentrañar lo que está ocurriendo.
Lidia y Wally mantiene contacto vía chat en un tono cada vez más personal. Hasta ahí todo normal. Pero pronto se empiezan a observar sucesos más extraños que el clásico "chico conoce a chica".
Los espectadores siguen toda la historia, narrada en ocho capítulos breves que no llegan a los 10 minutos, a través de la pantalla del ordenador de Wally. Allí se pueden ver las conversaciones que mantienen a través de Skype, los vídeos que monta mientras Wally o cómo adjunta archivos para enviar a su interlocutora.
La mala conexión a Internet en la casa de la montaña añade inquietud a una historia en la que empiezan a colarse misteriosas amenazas en forma de sonidos, sombras e incluso intrusos en la casa.
Según avanza, la historia se va volviendo más inquietante, y el final obliga al espectador a replantearse todo lo anterior.
Más allá de la trama, el mérito en Limbo está en la forma de narrar, aprovechando las posibilidades que da el formato digital para recrear ese mismo entorno (casi con toda probabilidad, el ordenador o el móvil) en el que se está viendo la serie. Si los protagonistas creen ver u oír un fantasma en su ordenador, el espectador también. Así, con habilidad y una buena ejecución, logra hacer más partícipe a quien está mirando, que termina tentado de dar al pause o ampliar la pantalla para tratar de desentrañar lo que está ocurriendo.