Hoy he empezado con otro director, esta vez de los míticos del cine clásico estadounidense, pero con el pie cambiado. Ese director es King Vidor, que con 'Guerra y paz' filmó su penúltimo largometraje tirando la casa por la ventana con el tema de fondo de la invasión de Rusia por parte de Napoleón Bonaparte, juntando a estrellas como Audrey Hepburn o Henry Fonda. Este es uno de esos casos donde más no siempre es mejor.

No voy a dudar del legado histórico de la novela homónima de León Tolstói, pero si la novela es tan sosa como la película estoy apañado. Por mucha Audrey Hepburn, por mucho Henry Fonda o por mucho Mel Ferrer, el guion que fue escrito por seis personas, nada menos, es más frío que un invierno en Rusia. Desde luego que intentan que el espectador sienta empatía con sus personajes y suframos y nos alegremos por ellos, conmigo no lo han conseguido porque durante toda la duración, que no es poca, trataban temas alegres y tristes con demasiada frialdad, como si les hubieran retado a ver quien es el más soso.

Lo que sí se ve es que no repararon en gastos en aspectos visuales como fotografía, dirección artística y vestuario. En este sentido, no tengo peros que ponerle, después de casi cinco décadas y media sigue luciendo espléndidamente. El fallo está en el aspecto con el que el público tiene que conectar mayormente, historia y reparto.

Da igual que los personajes estén tristes, estén alegres, hambrientos o lo que sea. Se les nota que son buenos, aunque el material les limita demasiado. Este es un filme que toca más la vista que el corazón; sin ir más lejos, otro filme similar que transcurre en Rusia, como es 'Doctor Zhivago', tiene más sentimiento sin ser tan grandilocuente.

Esto es como si un día empiezas con, por ejemplo, Martin Scorsese y eliges una obra menor en lugar de 'Toro salvaje' o 'Uno de los nuestros'. Eso me ha pasado a mí con el señor Vidor, aunque me he dejado engañar por su reparto y la famosa novela que adapta me queda su filmografía más destacada. Mañana será otro día.