A Joel Schumacher, que en paz descanse, se le podía achacar que su trabajo en el mundo de Batman no fue como debería haber sido. No quita que lejos de aquellos tropiezos (si bien 'Batman Forever' quizás salga ganando un poco más con un montaje del director del que se ha puesto en duda su existencia recientemente) fue un director con una carrera bastante interesante al que algunas películas quizás les deba una segunda oportunidad, como 'Un día de furia' y adentrarme más en su filmografía.

Hoy ha sido una de esas ocasiones con uno de sus filmes más míticos, no tienen por que ser mejores 'per se', como 'Jóvenes ocultos', buena traducción del título original como es 'The Lost Boys' que sería algo así como 'Los chicos perdidos'; personalmente, prefiero la traducción que le dieron. Hay que decir que aunque es muy producto de su década, cumple de sobra a día de hoy.

Parte de su éxito no cabe duda de que recae en Kiefer Sutherland. El hijo de Donald ya demostraba en este papel de que podía ser más que un apellido y se hace con la pantalla cada vez que aparece dejando en un segundo plano a su compañero de reparto, y personaje líder del filme, Jason Patric. Otro hijo de actor como fue Jason Miller, que en género de terror ya tuvo lo suyo con 'El exorcista'. No es de extrañar que Joel Schumacher siguiese trabajando en años venideros con Sutherland, puesto que bajo sus ordenes actúa bastante bien, al menos aquí.

Si todas las virtudes de la película se resumiesen en una sola persona, evidentemente no sería tan buena como estoy escribiendo en estos párrafos. Una de sus mayores virtudes es el apartado visual, tanto maquillaje como dirección artística; en lo que respecta a Santa Clara no es más que un pueblo normal y corriente, cuando vemos los aposentos del club selecto de los vampiros o los sitios de ambiente más liberal gana enteros el filme, así como el maquillaje, en mi opinión personal de los mejores maquillajes que he visto en un filme sobre vampiros a día de hoy.

Una de las patas principales de cualquier largometraje, el guion, también pone de su parte y mezcla ingeniosamente terror y comedia. Tampoco es que sea como para cagarse las patas abajo de miedo, mas aunque den la sensación de ser vampiros sobrepasados de maquillaje y ropa ochentera, a la hora de la verdad se les toma en serio y se hacen respetar. La introducción de escenas cómicas ayuda a relajar el ambiente para no tener que estar tampoco tenso todo el rato, cosa que se agradece.

No es ni mucho menos una de los mejores trabajos en el cine sobre los vampiros, pero ni mucho menos de los peores. No tiene la calidad de la adaptación de 'Drácula', por Francis Ford Coppola, el 'Nosferatu' de Murnau o 'Vampyr, la bruja vampiro', de Carl Theodor Dreyer; su liga es más bien en la categoría de 'Abierto hasta el amanecer', y al igual que aquella de Robert Rodríguez, es un visionado bastante disfrutable.