Al rebufo de producciones similares como 'El planeta de los simios', esta 'El planeta salvaje' vendría a ser como un remake alucinógeno de aquel filme con Charlton Heston y acompañantes peludos.

Si bien digo que es alucinógeno no significa que sea una fumada total y una pérdida de tiempo. Realmente se nota una intención de contar algo serio, otra cosa es que pases o no por el aro.

En esta historia de dominadores y dominados se aprecia una animación hecha en estilo muy básico con cierto atractivo en el que se contemplan edificaciones y vegetación sacadas de mentes con mucha imaginación en el que habitan dos razas. Una, los 'Draags', seres altos de color azul con su estilo de vida basado en la meditación, principalmente; por el otro, tenemos a los 'Oms', una raza de pequeños seres humanos.

Estas dos razas serán el centro de atención en una narrativa ya contada anteriormente a la llegada de este largometraje, pero con el suficiente estilo propio para no recordar excesivamente a ninguna otra. Todo lo que se sacan René Laloux y Roland Topor en su libreto está construido de forma ingeniosa para que digas "me es familiar y, aún así, siento como si fuese nuevo".

Una valoración curiosa en general donde hay buenas ideas y técnica, con un relato que a pesar de sus elementos de fantasía tampoco hace volar la cabeza.