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España España · Granada
Voto de Nadja:
7
Drama En contra de los deseos de Eva, su madre quiere reformar la casa y deshacerse del gato, que, desorientado desde el divorcio, orina por todas partes. Eva quiere irse a vivir con su padre, quien, desorientado como el gato, vive una segunda adolescencia. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘’Tengo sueños eléctricos en los que mi padre cuando no puede arreglar algo lo revienta al piso. Se enoja, grita e insulta. Nos queremos a gritos, a veces a golpes. Así somos. Una horda de animales salvajes soñando con ser humanos. Hacen falta a veces varias vidas para entenderlo. La rabia que nos atraviesa no nos pertenece’’.


He elegido este monólogo del personaje interpretado por Reinaldo Amien para empezar mi reseña porque creo que define perfectamente la esencia de la cinta y el mensaje que la directora costarricense Valentina Maurel ha querido lanzar con su primera película.


‘’Tengo sueños eléctricos’’ nos sitúa en el día a día de Eva, una adolescente de 16 años que experimenta un momento realmente difícil en casa. Sus padres se acaban de divorciar y su mundo ha dado un giro de trecientos sesenta grados. Ahora vive con su madre y con su hermana pequeña en una casa en reformas, pero añora pasar tiempo junto a su padre y siempre que puede lo ayuda a buscar un nuevo departamento que tenga dos habitaciones para que ella pueda mudarse allí junto a su gato al que su madre le ha cogido manía porque debido al estrés del cambio el animal deja orines por toda la casa. Aparte de la difícil situación de su familia, Eva está pasando por un momento complejo debido a su edad que se manifiesta en el despertar de su sexualidad y la búsqueda de su identidad. La joven está construyendo los cimientos de la persona en la que va a convertirse en el futuro y no es nada fácil hacerlo cuando te toca crecer en una familia disfuncional con problemas evidentes que se pueden ver desde el minuto uno si prestas suficiente atención. Tan solo en la primera escena de la cinta ya podemos intuir esa tensión palpable y ese clima de violencia contenida existente entre los miembros de la familia. Y es que Eva no es la única adolescente de la familia. Su padre también está pasando por una segunda adolescencia en la que medir las consecuencias de los actos no es una opción y abrazarse al olvido sin preguntarse el motivo de los errores siempre parece ser la solución idónea.


El guion escrito por la directora en un ‘’yo me lo guiso, yo me lo como sobresaliente’’ guarda la apariencia de una coming of age de autodescubrimiento y crecimiento personal que tiene como protagonista a una adolescente tan frágil y confundida como sus propios progenitores. Sin embargo, lo verdaderamente interesante de la cinta es que tras esa apariencia se oculta algo más importante. Y es que la historia de Valentina Maurel nos habla de la violencia dentro del seno familiar. De cómo esta violencia surge, se manifiesta y se convierte en una carga hereditaria que pasa de padres a hijos generación tras generación. La directora realiza un trabajo magnífico al mostrar por ejemplo como Eva reproduce las mismas actitudes que ejerce su padre contra ella con su hermana pequeña. Podemos observar esta violencia casi desde el inicio. Esta reflejada en pequeños detalles y a medida que avanza el film se muestra con mayor claridad. El despertar sexual de Eva y la búsqueda de su identidad son solo un telón de fondo que esconde el verdadero mensaje de la cinta. Martín (el padre de Eva) no es tampoco el causante de esta violencia, aunque él la manifiesta desde un principio. Tan solo es una pieza más de un engranaje mucho mayor. Y es que cuando la historia se acerca a su desenlace descubrimos que Martín ha intentado con todas sus fuerzas tener una relación con sus hijas diferente a la que el mantuvo con su padre. Ha luchado sin cesar por alejar esa violencia de sus vidas. Sin embargo, la violencia y la rabia (las que incluso siente como propias Eva sin conocer su origen) están hundidas en su ADN y han penetrado en su piel hasta fundirse con sus huesos convirtiéndose en parte de su ser. Es esta violencia la causa que intuimos ha motivado la separación de esta familia y el divorcio entre los progenitores. No los ha afectado solo a ellos, sino que Eva y Sol (la hermana pequeña que se orina encima cada vez que escucha a su padre gritar) están profundamente marcadas por ella y les será muy difícil desprenderse de sus marcas. Solo cuando Eva se deshaga de la imagen idílica que deseaba conservar de su padre y acepte la verdad, podrá convertirse en una adulta que es capaz de comprender que esa espiral de violencia ni siquiera les pertenece a su padre o a ella.


Valentina Maurel crea un relato que no exime su crudeza mostrando imágenes que en algunos momentos llegan a resultar muy incómodas como la relación que se establece entre Eva y un amigo de su padre. Todos los actores y actrices hacen un trabajo espléndido pero la joven Daniela Marín Navarro ofrece una interpretación sorprendente con un personaje lleno de matices e intensidad que hace un retrato del deseo femenino sin esconder la fragilidad y vulnerabilidad de un personaje obligado a afrontar el dolor de abandonar su niñez y enfrentarse a un mundo de adultos caótico y desgarrador. Reinaldo Amien nos deja otra grata interpretación con un personaje al que odiarás y por el que al final no podrás evitar compadecerte. Aunque Vivian Rodríguez aparece menos tiempo en pantalla que sus compañeros nos regala una actuación cargada de intensidad. Incluso la pequeña Adriana Castro García realiza una interpretación sobresaliente como Sol.


En resumen, ‘’Tengo sueños eléctricos’’ es una cinta nada convencional que no teme adentrarse en su propia oscuridad, sacar a los monstruos que descansan debajo de la cama, desnudarlos para nosotros y ver de qué materia están hechos. Valentina Maurel se ha marcado un debut muy interesante que nos invita a seguir muy de cerca la estela de una prometedora directora a la que habrá que prestarle mucha atención de ahora en adelante. Una de las cintas más rompedoras de este pasado 2022. Si le dais una oportunidad, no os dejará indiferentes. Estoy segura de ello.
Nadja
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