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Reino Unido Reino Unido · Londres
Voto de afrancesado:
8
Terror. Romance. Fantástico En el año 1890, el joven abogado Jonathan Harker viaja a un castillo perdido de Transilvania, donde conoce al conde Drácula, que en 1462 perdió a su amor, Elisabeta. El conde, fascinado por una fotografía de Mina Murray, la novia de Harker, que le recuerda a su Elisabeta, viaja hasta Londres "cruzando océanos de tiempo" para conocerla. Ya en Inglaterra, intenta conquistar y seducir a Lucy, la mejor amiga de Mina. (FILMAFFINITY)
13 de agosto de 2010
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya en los 80 a Coppola se le acusó de centrarse demasiado en lo visual, tal fue el caso de “La ley de la calle” o “Cotton Club”, y olvidarse de la calidad de la trama. Suele ocurrir que los directores que quieren ser recordados acaban obsesionándose con el sentido visual del cine. Al fin y al cabo, las películas sobre las que más escriben los críticos y que más se enseñan en las escuelas de cine son aquellas que innovan en el lenguaje estrictamente cinematográfico (planos, fotografía, iluminación y composición, montaje, estética y dirección artística, etc. estilo al fin y al cabo), a veces corriendo el peligro de poner el fondo al servicio de la forma, y no al revés.

En Drácula se nota esa tendencia, pero esta vez Coppola apuesta sobre seguro y elige como materia prima de guión una novela consagrada y que nunca había sido fielmente trasladada al cine.

La historia de amor, siendo el cambio más discutible y trascendental respecto de la novela, hay que reconocer que ha funcionado. La gente recuerda esta película por ese romance trágico. Una nueva visión de Drácula, igual de cruel que siempre, pero capaz de amar, mostrándonos un personaje humanizado, con dos caras, tan apasionado como desalmado. Es un cambio polémico, pero versiones de Drácula hay muchas, ¿qué más da una más? Es cierto que en el resto de la trama adapta bastante bien la novela, y eso puede frustrar a los puristas con una sensación de oportunidad perdida de una adaptación casi perfecta.

Y digo casi, porque también hay otro cambio fundamental del que se habla menos. El ritmo. La película es muy rápida, casi vertiginosa, si la comparamos con el libro. En el libro Drácula planea meticulosamente cada paso que da, y los buenos estudian e investigan con paciencia a un ser que no acaban de comprender ni de anticiparse hasta bien adentrada la novela. Además como ya se ha dicho hasta la saciedad, Drácula representa el mundo del antiguo régimen, frente a los grandes avances científicos, económicos y sociales del XIX. Un contraste que resalta esa endemoniada meticulosidad de un ser que tiene toda la eternidad por delante para conseguir lo que quiere.

¿Es por tanto este cambio de ritmo un sacrificio indispensable para una adaptación cinematográfica? Puede ser, pero en mi opinión había margen para 10 o 20 minutos más (tengo pendiente de ver la edición con escenas eliminadas y extendidas).

Sin duda la película transmite a un Drácula más impaciente y precipitado, y puede que tenga mucho sentido que así sea, está enamorado de una mujer mortal. No es lo mismo tener como plan asentarse en Londres, un mundo nuevo y desconocido para él, que recuperar un amor perdido hace siglos y reencarnado en una vida frágil y fugaz.

De paso la película toca todos los temas de la novela, como la cultura en la época victoriana, las convenciones sociales, la sexualidad y la mujer, el colonialismo, la inmigración o el choque de culturas.

(termino en Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
afrancesado
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