He disfrutado viendo esta amena secuela tardía de El gato con botas, en la que una buena historia sobre la amistad, personajes trabajados con sus matices, abundante sentido del humor y sobre todo el carisma de Antonio Banderas doblando al popular felino, la convierten en una muy digna continuación de la original.

Se trata de una producción en la que sus responsables se han esforzado en crear algo meritorio, impecablemente realizada desde el punto de vista técnico, y que contiene todos los ingredientes de una buena película de dibujos animados. Ideal para toda la familia.