La gente que no lee libros ni juega a videojuegos se aburre.
Eso es un hecho.
Debe haber millones de libros escritos en todos los idiomas, y por lo que sé, unas cuantas decenas de miles de videojuegos de todas las épocas y formatos. Para acometer la tarea de leer todos los primeros y de “pasarnos el final” de todos los segundos, yo calculo que habríamos de invertir varios miles de vidas.
En fin, que el que se aburre es porque quiere. Y sé que en el mundo hay muchísima gente que se aburre (voluntariamente, insisto). Y cuando la gente se aburre, y posee el atractivo o la labia suficientes ¿qué hacen?
Se acuestan con extraños.

Sobra decir que leer un buen libro o invertir la tarde jugando al ‘Sonic’ compromete bastante menos a uno, y desde luego, es más beneficioso para el espíritu que hacer planes de viajar, vivir con y, en definitiva, rellenar los huecos de tiempo que hay entre coito y coito con –ya digo- una persona a la que apenas conoces.

Las vidas de estas personas que se aburren tanto me parecen aburridas. Tarde o temprano, estos individuos e individuas se acaban aburriendo de verle el careto al otro 24/7, y cuando luego vienen a mí y me lo cuentan, yo me aburro.
Es un aburrido círculo vicioso... un círculo tedioso.

Y si una película intenta plasmar este aburrimiento de vida, la película aburre.
El romanticismo bien expresado puede llegar a ser apasionante. He visto unas cuantas películas del género que me han llegado adentro (no muchas, una de cada veinte o treinta que hacen). Pero porque los personajes hacen algo más que enrollarse, enchocharse, enamorarse, habituarse y aburrirse (en ese orden) de don/doña X. Tienen vida más allá de una relación sexual.

Esta película no nos muestra absolutamente nada de esa vida. Y para intentar no aburrirnos (sin ningún éxito), trata primero de buscar –o más bien inventar- conflictos súper “complejos” en acaloradas discusiones en la cocina, y después intenta enfrentar a los protagonistas a la cercanía de la muerte... Algo que todos haremos tarde o temprano, así que tan especial no creo que sea.
Ah, y 85% de la peli susurros (pensarán que susurrar=sutileza y finura), y 15% gritos, caras sobreactuadas (pensarán que caras gesticulando=actuar bien) y canciones insertadas de manera increíblemente anodina, eso sí, a gran volumen para espabilarme entre escena y escena. ¡Qué sustos me he llevado!

Resultado: dudo que la vida de Gloria Grahame fuera aburrida. Esta película vaya si lo es.

P.D.: voy a encender un rato la Dreamcast. Y luego me terminaré ‘La Guerra de los Mundos’, que me está resultando emocionantísimo, os lo recomiendo.