The Thing called Love es una perla oculta en la filmografía de su director Peter Bogdanovich.

Es uno de esos films en apariencia ligeros y menores, pero que esconden personajes construidos desde una profunda sensibilidad y situaciones cargadas de honestidad que se nos muestran desde un desarrollo narrativo transparente pero eficaz, donde su realizador demuestra conocer muy bien el material que tiene entre manos y los mecanismos para comunicar, emocionar. Bogdanovich quizás ya no estaba en la cumbre de su carrera, pero elabora una inteligentísima puesta en escena en base a los ejes de miradas entre personajes, narrando con la imagen, sugiriendo, dibujando personajes a base de matices sutiles y diálogos ajustados.

El film es recordado por ser la última aparición del grandioso River Phoenix, que nos regala una actuación llena de sensibilidad y donde da rienda suelta a su talento para la música. Su química con el personaje de Samantha Mathis traspasa la pantalla. Y es ese personaje, de la inolvidable Miranda Presley, lo que hace grande el film. Mujer empoderada que lucha por realizar su sueño de triunfar en el mundo del Country.

Y es que bajo la apariencia de una trama sencilla, el film nos brinda una agridulce reflexión sobre los sueños, la amistad, el amor y el aprendizaje vital. Un retrato del desconcierto interior de la juventud desde unos personajes honestos y auténticos. El film incluye una poderosa banda sonora y un reparto que incluye a una primeriza Sandra Bullock en un papel más que correcto.

Es un film que pasó sin pena ni gloria, desconocido para muchos, pero que no deja de ser grandioso en su aparente ligereza. Hermoso.