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Voto de Sergio Berbel:
8
Comedia. Drama Aclamada comedia negra que relata la historia de un joven de buena familia obsesionado con la muerte, hasta el punto de que su pasatiempo favorito es probar diferentes métodos de suicidio. Obtuvo excelentes críticas. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si existe una afirmación que corroboro día a día es que la década de los 70 fue el mejor episodio de la historia del cine. El alarde de libertad de contenido, de expresión y de valentía igualmente en el aspecto formal no ha tenido parangón con ningún otro momento histórico cinéfilo. Sea en dramas, thrillers o, como en el caso que ahora me ocupa, en una comedia negra (negrísima) como “Harold y Maude” de Hal Ashby. Porque parece increíble que en 1971 se estrenara este llamamiento ácrata contra todo sistema establecido que hoy día resultaría absolutamente imposible de estrenar porque hemos perdido toda la libertad entonces conquistada en el mundo de la cultura. En la actualidad se hubiera prohibido y los cines quemados si alguien se hubiera atrevido a estrenarla.

Una pequeña gran película que, en tono absolutamente cómico, habla de cosas muy serias al narrarnos la adolescencia de Harold, un niño rico que lo tiene todo, habita con su posesiva y dictadora madre en una mansión impresionante pero que vive obsesionado con el suicidio y la muerte. Sus (falsos) intentos de suicidio son constantes y su madre no sabe ya qué hacer con él. Harold se ha comprado un coche fúnebre para desplazarse a todos y cada uno de los funerales y entierros que hay por la zona, porque se trata de su diversión favorita.

En uno de ellos coincide con una señora de 80 años, Maude, que parece no estar en sus cabales, que desafía a toda autoridad existente y no respeta la propiedad privada, y que se convierte en su compañera de aventuras y en una creadora continua de líos por su capacidad innata para desafiar todo poder, límite o prejuicio establecido.

La dirección de Hal Ashby es gozosamente setentera hasta decir basta; el guión de Colin Higgins es un bofetón contra el sistema capitalista-optimista establecido colosal y las canciones de Cat Stevens, como telón de fondo de la trama y a ratos como protagonistas de la cinta, son fantásticas.

Unas interpretaciones tan extremas e increíbles tienen que estar en manos de auténticos maestros de la interpretación y, justo en eso, el joven Bud Cort y la veterana Ruth Gordon resultan espléndidos.

Y la cinta reparte palos a diestro y siniestro y no deja institución sin mancillar, desde la familia hasta el ejército, pasando por la religión o la psicología. Una maravillosa gamberrada setentera.
Sergio Berbel
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