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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama La historia gira en torno a Luis y Marta, cuyas vidas se ven paralizadas por la irrupción de una enfermedad que viene acompañada de culpa, mentiras y miedo, poniendo así a prueba la estabilidad y el amor de la pareja. (FILMAFFINITY)
22 de enero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Morir”, de Fernando Franco, es una de las más desgarradoras y a la par gélidas películas que he visto en los últimos tiempos. Y además crece con su revisión, como las grandes obras maestras. También la más desesperada y desesperanzadora, pero también la más distante y desangelada. No tiene piedad con el espectador, ni la más mínima. Lo vapulea y le destroza la vida asomándolo al más aterrador de los precipicios al que puede enfrentarse el ser humano: la muerte como el final de todo, tan ineludible como aterradora, tan segura como devastadora, tan dura como hiriente, tan deseada como temida, y el proceso hasta llegar a ella, muchas veces mucho más despiadado que la propia muerte.

Pero también demuestra que hay un terror aún mayor que el de la muerte: lo que la enfermedad hace con la pareja, con el amor, el sacrificio hasta la extenuación que exige en la cuidadora, su renuncia a todo a cambio de nada, la soledad asfixiante de no tener vida más allá de la cama del enfermo, de no contar con amigos, sexo o entretenimiento, de ser una mera enfermera a turno completo todos los días del año, de saber que no queda nada de la pasión o de cualquier otro elemento que hubiera sostenido el amor hasta ese momento, de que no queda amor, así, simple y llanamente.

Porque, y ese es el gran acierto de esta obra maestra, la película no se regodea en la enfermedad de su coprotagonista, sino en el personaje femenino de su pareja, que deja de poder seguir siendo un ser humano para tener que simplificar su vida por imperativo (pero no su alma, cada vez más lejana y distante a la situación vivida) en el papel de cuidadora a tiempo completo, día y noche sin descanso hasta el fracaso final ya anunciado en el título de la cinta, puro spoiler obvio.

Asfixiada por la enfermedad de su pareja, por la muerte presentida, teniendo que renunciar a tener una vida propia, abandonando lo personal y lo profesional quizás de forma definitiva, cayendo en el pozo de la soledad y al siempre resbaladizo borde de la locura, y siendo exprimida hasta el tuétano por un enfermo cada vez más necesitado y exigente, más lógicamente malhumorado y agonizante, hasta el martirio final.

Seguramente jamás se ha contado en el cine con tanta precisión la caída al abismo de quien tiene que encadenarse a la cama de su ser querido enfermo como en esta absoluta obra maestra de Fernando Franco. Sin concesiones, sin sensiblería, sin términos ni pronósticos médicos, pura crueldad real sin descanso de principio a fin de su metraje, un viaje doloroso, muy doloroso, asfixiante (vuelvo a utilizar de nuevo el término), enloquecedor hacia la soledad de quien está muriendo y, sobre todo, de quien está viviendo viéndolo morir sola ante todos los peligros que acechan.

Sin tapujos. Cara a cara, Fernando Franco nos hunde recordándonos lo que es vivir, mero presagio de morir, en la soledad más absoluta y creciente hasta el final, en una lenta agonía que todo lo arrasa a su alrededor. Y lo dificíl y cuesta arriba que se pone a veces poder morir. Y lo aún más complejo que es pretender saber morir.

Pero este templo del cine que es "Morir" no se sostendría sin sus dos pilares fundamentales: las interpretaciones antológicas de Andrés Gertrudix y, sobre todo, de Marian Álvarez, otra vez Marian Álvarez pasando a la historia de la mano de Fernando Franco, como en “La herida”.

Tan insoportablemente dura como imprescindible.
Sergio Berbel
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