Parece que al amigo Ridley le dieron cargamento extra de balas y explosivos y le dijeron que, hasta que no agotara las existencias, la película no podía acabar. Porque lo cierto es que uno termina hasta las pestañas de tanto tiro.

Hay películas bélicas con trasfondo, que pueden gustar más o menos: ‘Apocalypse Now’, ‘La chaqueta metálica’, ‘Salvar al soldado Ryan’ y tantas otras. Esta incursión del director británico en el género bélico más bien cabría ubicarlo en el género de acción. Yo me la he tomado como la actualización hipertrofiada de un viejo cómic de ‘Hazañas Bélicas’. El argumento es casi inexistente: un grupo de fuerzas especiales estadounidenses deben realizar una arriesgada misión en pleno Mogadiscio, durante el periodo en el que el general Aidid, objetivo principal, era el amo y señor de una de las ciudades más corruptas, pobres y peligrosas del mundo.

En el apartado técnico, ni un solo pero: fotografía, sonido, puesta en escena, planificación… se nota que Scott domina la técnica y que maneja una millonada. En pocas películas he visto un despliegue militar más apabullante. Al que le gusten los tiros, los gritos, el rollo castrense, la sangre y las amputaciones, a disfrutar. Al que odie sistemáticamente el género bélico y en particular al que sea un antiamericano convencido, se le retorcerán los hígados, pues el planteamiento es bastante maniqueo. De un lado, un grupo de guapos y cachas marines y rangers (casi todos blancos y muchos encarnados por actores ingleses), frente a una turba oscura, tanto en la tez como en las intenciones, formada por hordas de somalíes corruptos o simples saqueadores. Tampoco me esperaba yo un planteamiento filosófico.

Personalmente, creo que no aporta nada y que es tirando a aburridilla; eso sí, muy ruidosa.