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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Thriller. Cine negro. Intriga Tras obtener el permiso para marcharse del ejército en Alemania, Harry va a Inglaterra en busca de su mujer, donde tiene un trabajo como conductor de camiones. Pronto su jefe intentará involucrarlo en una operación de contrabando. Al principio se resiste, pero a Harry le tienta la bellísima Lynn... (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El entrañable Victor Mature, actor de moderada inexpresividad pero apabullante presencia física, se pasó unos cuantos años en Inglaterra cuando la decadencia se insinuó en su carrera. Rodó media docena de películas, tres de aventuras y tres del género noir, entre ellas la que nos ocupa, y probablemente la mejor. La dirigió Ken Hughes, uno de esos directores hoy olvidados que, no obstante, cuenta con títulos muy encomiables en su carrera, desarrollada a lo largo de 30 años. A él se deben obras tan curiosas como Timeslip, The Brain Machine, Los juicios de Oscar Wilde y El precio de un hombre. Un ex soldado norteamericano (Mature, sobrio como de costumbre), que se ha quedado a vivir en Inglaterra después de casarse y tener un hijo, desea prosperar y está ansioso por ganar más dinero. A tal efecto, acepta la propuesta de su jefe de pasar artículos de contrabando en su camión, decisión a la que no es ajena la aparición de la neumática Lynn (Diana Dors), una preciosa cantante de cabaret provista de grandes pechos y una boca carnosa y glotona. Las cosas saldrán mal, como era de prever. Hugues también escribe el guión y crea una atmósfera malsana y enfermiza, poblada de gente torva y desagradable, con escenas de gran tensión como la del camión atascado en el barro. Nunca estuvo el noir británico más cerca del estadounidense, pero con personalidad propia y un gusto en el manejo de la cámara muy propio de la industria cinematográfica inglesa. No estamos hablando de una obra maestra, sino de un título relevante del género que vale la pena rescatar del olvido. Puede ser la interpretación más interesante y conseguida de Diana Dors, lanzada como la Marilyn británica, que pronto malgastó su futuro en obras cada vez más vulgares, aparte de añadir excesivos kilos a su ya espectacular figura. Los secundarios son impecables y la fotografía en blanco negro está utilizada con inteligencia y sensibilidad. Recomendable para fans del género y nostálgicos de Victor Mature.
Eduardo
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