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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Drama En una pequeña cala cerca de Marsella, en pleno invierno, Angèle, Joseph y Armand vuelven a la casa de su anciano padre. Angèle es actriz y vive en París, y Joseph acaba de enamorarse de una chica mucho más joven. Armand es el único que se quedó en Marsella para llevar el pequeño restaurante que regentaba su padre. Es el momento de descubrir qué ha quedado de los ideales que les transmitió su progenitor, del mundo fraternal que ... [+]
21 de noviembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez jubilado Ken Loach (aunque parece que está haciendo de las suyas una vez más, de lo cual nos alegramos), el último mohicano del cine marxista es Robert Guédiguian, el cineasta de Marsella que, desde L'Estaque, nos cuenta los avatares de gente como vosotros o yo, enfrentadas a sus miserias y alegrías. Rodeado de su troupe habitual, encabezada por su esposa, Ariane Ascaride, y el tercer vértice del triángulo, Jean-Pierre Darroussin, nos cuenta en La villa la historia de tres hermanos que se reencuentran tras veinte años de separación. Angèle se marchó tras una experiencia terrible, y en casa quedaron Joseph, obrero amargado liado con una jovencita, y Armand, propietario del restaurante local. El motivo de dicho reencuentro es... ¡Sí, lo habéis adivinado! El padre ha sufrido un ictus y se encuentra en estado prácticamente vegetativo. Ante la proximidad de la muerte, los hermanos hablan, tanto del pasado como del presente, meditan sobre sus vidas, sus amores, sus frustraciones, en esa casa junto al mar preñada de recuerdos y vivencias. Pero en esta ocasión, Guèdiguian evita amargarnos la existencia y construye una fábula amable, un cuento de hadas con happy end. Otra tragi(comedia) geriátrica, para entendernos. Yo agradezco los diálogos, frescos como extraídos de una conversación cazada al vuelo, el trabajo de unos actores que nunca me canso de ver, las bellas postales del Mediterráneo soleado, la capacidad de evocar sentimientos que se creían perdidos, la plasmación de unos seres humanos que no son simples monigotes. Agradezco que la lucha de clases todavía sobrevuele historias actuales, aunque ya sea con una cierta desesperanza, un regusto a fracaso. Agradezco, en fin, la lucha de Guédiguian por no tirar la toalla y hablarnos de cosas que nos quedan muy cerca. Francotirador del cine francés, me alegra verle metido en proyectos tan dispares como la producción de El joven Karl Marx (cómo no) y de un thriller franco-turco rodado en Estambul. ¡Sus y a ellos!
Eduardo
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