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La casa junto al mar

Drama En una pequeña cala cerca de Marsella, en pleno invierno, Angèle, Joseph y Armand vuelven a la casa de su anciano padre. Angèle es actriz y vive en París, y Joseph acaba de enamorarse de una chica mucho más joven. Armand es el único que se quedó en Marsella para llevar el pequeño restaurante que regentaba su padre. Es el momento de descubrir qué ha quedado de los ideales que les transmitió su progenitor, del mundo fraternal que ... [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
17 de marzo de 2018
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres hermanos de mediana edad regresan a la casa de su padre, en una pintoresca villa cerca de Marsella, después de que éste sufriera un derrame cerebral. Angèle (Ariane Ascaride), Joseph (Jean-Pierre Darroussin) y Armand (Gérard Meylan) no se han visto durante años, ahora se han unido para resolver la herencia y cuidar al padre. Desde un principio queda claro, que si bien cada uno de ellos ha tenido una vida diferente, los fantasmas del recuerdo todavía persisten y no han podido ser enterrados.

En un pequeño pueblo costero del Mediterráneo que da la sensación de haber sido abandonado, ambos hermanos se enfrentarán tanto a su pasado, como también a su futuro, no solo el suyo, sino también a un estilo de vida que parece haber desaparecido. Reflexionan sobre el legado de su padre y su pasado en este otrora lugar idílico, sacudido por la crisis económica y el colapso de la clase media. Todo esto mientras los soldados franceses patrullan, buscando refugiados …

La diferencia entre lo que fuimos y lo que nos hemos convertido es el tema central de La Casa junto al Mar. Especialmente, en la brecha existente con sus ideales de juventud. Armand (Gérard Meylan) se hizo cargo del restaurante de su padre y siempre se mantuvo fiel al legado familiar, basada en la filosofía de precios bajos para ser asequible a un público mayoritario. Sin embargo, se cuestiona y se pregunta, como continuar, ya que de los tiempos pasados ya no queda nadie.

Joseph (Jean-Pierre Darroussin) ha perdido gradualmente su conexión con el mundo laboral y se ha aburguesado, algo que su pareja sentimental (Anaïs Demoustier) mucho más joven que él no deja de recordarle. Angèle (Ariane Ascaride), por su parte, rompió con su familia hace tiempo para forjarse una exitosa trayectoria como actriz de teatro y televisión.

Permaneciendo fiel a los temas que ocuparon la trama de “La Nieve del Kilimanjaro“, Robert Guédiguian quiere hablar de una sociedad que está cambiando rápidamente. El director se apresura a contrastar el pasado glorioso de la región con un presente y futuro sombrío, donde cada vez hay menos residentes, los intereses especulativos chocan y son un obstáculo para la adquisición de viviendas en la zona, vigilancia excesiva en busca de refugiados…. En este contexto de aldea casi abandonada, Guédiguian ha creado un telón de fondo melancólico y hermoso, en el que los tres hermanos están en ese momento de sus vidas que perciben el paso del tiempo y, como el mundo cambia inexorablemente.

Poco a poco, esa cuestión de la lealtad al legado comunista, transmitida por su padre, se hace patente, y la película se convierte en cierta reflexión política. Una fuerza amarga subyace en el interior de los hermanos. El mundo está cambiando, pero no necesariamente en el sentido que ellos pretendían. Ellos mismos no se han podido mantener fieles a ese ideal compartido de solidaridad y fraternidad. Y la juventud de hoy en día, aspira a otros valores, más individualistas.

En el último tercio de la película, el director Robert Guèdiguian sorprende con una historia completamente nueva: Joseph y Armand descubren a tres niños refugiados (como los tres personajes principales de la película, dos hermanos y una hermana) ocultos en el bosque entre la maleza. Los tres hermanos en plena crisis existencial tendrán que tomar una decisión que puede cambiar el resto de sus vidas para siempre.

La Casa junto al Mar, primero es una historia intimista y un drama familiar, para convertirse de repente en una película sobre un problema fruto de la globalización. Un tema interesante para reflexionar, la crisis de los refugiados, pero al que no le concede demasiado espacio para su desarrollo. Seguramente que si Robert Guèdiguian se hubiera centrado en una de las dos propuestas, drama familiar o crisis de refugiados, probablemente la experiencia cinematográfica final hubiera sido más interesante.

Hay muchos temas que preocupan al director y eso supone un gran problema para el resultado final de la película, porque ninguno de ellos termina de desarrollarse por completo, en parte porque le dedica demasiado tiempo en resolver enredos emocionales y complicaciones que no son esenciales para la trama, de esta manera, al final nos queda la sensación de haber visto un refrito de propuestas interesantes a medio cocinar. La historia sobre los tres niños refugiados se introduce demasiado tarde en la película y desequilibra el argumento justo antes del tramo final.

El tiempo pasa siempre irreparablemente con Robert Guédiguian, y La Casa junto al Mar está impregnada de nostalgia. El capitalismo y el individualismo, valores predominantes en la sociedad actual, ganan la batalla al ideal de fraternidad y solidaridad del pasado. Los personajes lo recuerdan con añoranza e intentan al menos salvar los muebles y cuidar las apariencias. Existe una cierta sensación de impotencia y resignación.

Un breve flashback para reflejar los ideales perdidos de la juventud de Angèle, Armand y Joseph, es una de las escenas más bellas de la película. El montaje muestra a los tres hermanos primeramente juntos en el interior de un automóvil, luego en el paseo costero, y finalmente todos en el agua. Todo ello acompañado musicalmente de una enternecedora “I Want You” de Bob Dylan. El flashback en realidad proviene de un extracto de otra película de Guédiguian, “Ki lo sa?” (1985), y encaja perfectamente en la trama debido a que son los mismos actores 32 años antes. Una pequeña audacia narrativa que refleja perfectamente dos épocas diferentes.

La Casa junto al Mar entre la utopía y la esperanza, es profunda, conmovedora y divertida en algunos momentos.

https://cinemagavia.es/la-casa-junto-al-mar-pelicula-critica/
Eduargil
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23 de marzo de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una casa a orillas de la costa Azul se da cita una mezcla de generaciones que comanda la presencia del anciano Maurice, quien antaño regentaba un restaurante y ahora trata de pasar lo mejor posible sus últimos días en este mundo. Junto a él, sus tres hijos: Armand, que nunca se movió del pueblo para cuidarle a él y al restaurante, la conocida actriz Angèle y el curioso Joseph, que aterriza en la localidad acompañado de una novia muy joven. Cuando todos se reúnen, comienzan a salir a la luz recuerdos del pasado empapados de nostalgia, pero también pequeñas heridas que quedaron abiertas por más tiempo de lo esperado. Además, una serie de personajes invitados voluntaria o involuntariamente a la cita, contribuirán a profundizar todavía más en esta maraña de sentimientos típica en un árbol familiar de este calado.

El director marsellés Robert Guédiguian dirige La casa junto al mar (La villa) con una receta parecida a la utilizada en films precedentes. Las relaciones familiares y la dialéctica entre clases (burguesía vs. obreros) alimenta el guión de una película que queda aderezada también con alguna lectura en clave de actualidad. Más palpable resulta la sempiterna presencia de intérpretes como Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Jacques Boudet o Gérard Meylan, que conforman una troupe actoral con la que el cineasta parece sentirse muy cómodo.

Con una reposada cadencia narrativa, Guédiguian muestra poco a poco los lazos pasados y presentes que existen entre los diferentes personajes de La casa junto al mar. A tenor de lo comentado con anterioridad, es especialmente llamativo cómo se esbozan los diálogos que parten de Angèle, sobre todo en lo que se refiere a recordar infaustos episodios de otra época, como el que aconteció con la pequeña Blanche. En este sentido, hay que mencionar que la calma con la que el director se toma la exposición de los hechos no está reñida con la calidad de los diálogos, ya que estos siempre mantienen su coherencia e interés, evitando convertir a la obra en un mero “hablar por hablar”.

Todo cambia en el último tercio de film, cuando una circunstancia sobre la que Guédiguian ya nos iba dando pistas desde el comienzo se materializa en un hecho que empuja a La casa junto al mar a diseñar un notable desenlace, de carácter más activo en lo que se refiere al ritmo de la cinta. Es posible que este evidente cambio de escenario choque con la narrativa previa al forzar una nueva perspectiva que a esas alturas de metraje puede llegar a confundir, pero realmente el director de Marsella sabe encajar bien el discurso acerca de la inmigración (aspecto que, por otra parte, casa con sus ideas cinematográficas y sociales) y la infancia con aquello que hasta entonces había dejado caer en la película. No obstante, una vez completado el visionado del film, acecha la sensación de que no está todo lo cohesionado que debería en este aspecto.

Pese a este último viraje de guión, La casa junto al mar ofrece 107 minutos de interesantes reflexiones sobre el pausado pero patente cambio que atraviesa el mundo occidental. Guédiguian analiza este apartado desde una perspectiva que se desdobla en varios debates, como son la condición social de base, la herencia familiar o la globalización, pero todos ellos parecen girar hacia un mismo lugar. Sin salir de sus temáticas ni de su espacio de confort, la Marsella que le vio nacer, el cineasta construye una película que sabe diferenciarse lo necesario de sus trabajos anteriores y que, pese a echar en falta algo más de mordiente sobre todo durante la primera parte del film, vuelve a convencer en discurso y puesta en escena.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
Kasanovic
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7 de noviembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De brocha gorda vemos como perfila los ámbitos más alejados a la par que íntimos en pocas acciones y muchas palabras, que dejan poso, crean interés, buscan indagar y necesitan contar. Desde la sociedad más cercana, la familia; a la más deseada, la infancia; pasando por la soñada, la revolución; y sin dejar atrás la inalcanzable, la felicidad. El guion añade, esta vez si, con pincel fino y directo, una socarrona mirada intimista de los sentimientos de una familia, con sus penas y dolores, y sus necesidades, más compartidas de lo que dejan ver o de lo que necesitan creer. El reparto no cae en las diáfanas extentricidades de lo heterodoxo, si no que homogeniza lo ideal para unirse en una sola idea, en un personaje con sus múltiples caras. No queda sección que leer, ni tema que tratar, porque al final todos conforman la unidad en si, todo hace que seamos y evolucionemos, y en cada palabra de sus diálogos (muchas veces declaraciones de intenciones, que no intereses) se escarba y se encuentra. Joyas en forma de diálogo. Perlas en forma de secuencias. Diamantes en forma de narración.
Bolseiro
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24 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El veterano Robert Guédiguian vuelve a su cine de personajes, de historias sencillas, que casi siempre se desarrollan en Marsella o en localidades cercanas, en donde trata asuntos sociales relacionados con sus ideales progresistas, después de un intento de abordar un proyecto más complejo, pero en mi opinión fallido, como el de " Una historia de locos ( 2015 ) ". Prefiero este cine del director marsellés antes que películas como la citada anteriormente u otras de géneros diferentes como " Marius y Jeanette ( 1997 ) " o " Lady Jane ( 2008 ) ".
Ese cine tan sencillo, en donde parece que no sucede nada, pero que se cuentan bastantes cosas gracias a los textos escritos casi siempre por él mismo o adaptando uno ya existente, me parecen propuestas interesantes, que no me aburren y siempre me apetece ver su nuevo proyecto. Pero no encuentro una magnífica película dentro de su filmografía, ya que por algún motivo le falta arriesgar algo en las historias para ser más redondas.

En esta ocasión vuelve a presentar una película cuya historia se desarrolla en la bahía de Marsella, en concreto en Calanque ( " cala " en español ) de Méjean, un lugar paradisíaco situado a las afueras de Marsella ( de ahí el título original " La Villa " ), y que está rodada en ese enclave de gran belleza, un lugar que el director conoce muy bien, por haber nacido en Marsella, y ser el lugar en donde pasa gran parte de su tiempo libre junto a su mujer Ariane Ascaride, la también actriz y protagonista de gran parte de su obra.

La película tuvo su presentación en el pasado festival de cine de Venecia, en donde no recibió ningún premio del jurado oficial, pero sí dos paralelos ( el Signis y el Unimed ), y posteriormente formó parte de la sección Perlas del festival de San Sebastián, en donde puede verla. Su carrera de premios culminó con la candidatura al premio César en la categoría de actriz secundaria para la joven Anaïs Demoustier. Un director ignorado por los premios de la academia de cine francesa, ya que nunca ha ganado un César, y únicamente ha sido candidato por " Marius y Jeanette " por partida triple ( productor, director y guionista ). La propuesta se inicia con una escena en donde Maurice, un señor mayor sufre un infarto en el patio de su casa, y queda en estado vegetativo. Este suceso hará que su hija y sus dos hijos se reúnan en esa pequeña localidad, y surgen los recuerdos del pasado y planifican el futuro en un invierno en donde la ciudad está casi desierta, únicamente ocupada por un matrimonio mayor amigo del padre, algún que otro hombre, y los pescadores.
Angéle es una actriz de teatro de éxito que lleva 20 años sin aparecer por su localidad natal, y que en esos días recuerda sucesos trágicos que tuvieron lugar en ese lugar y que motivaron su larga ausencia.

Ariane Ascaride lo hace bastante bien en el papel de esa mujer atormentada por su pasado. Joseph es un profesor que tiene una relación con Bérangère, una de sus alumnas mucho más joven que él, y que regresa a esa localidad pesquera. Jean-Pierre Darroussin, uno de los habituales del cine de Guédiguian, interpreta al maestro que lo está pasando mal ante el grave problema de salud de su padre, mientras que Anaïs Demoustier es su pareja en la película e intenta animar a la familia ante la dura situación. Ambos están bien, sin ser la mejor actuación de sus carreras. Gérard Meylan, otro actor que ya ha trabajado con el director francés, y menos conocido que sus compañeros de reparto, es Armand, el hijo que vive en Calanque de Méjean y que se ha hecho cargo del negocio familiar, un restaurante. Yann Trégouët en el papel de Yvan, el médico que acude a diario para ver el estado de salud de Maurice, Jacques Boudet y Geneviève Mnich, en el papel de Martin y Suzanne ( los padres del médico ), y Robinson Stévenin, un admirador de Angéle como actriz, completan el reparto. Tanto los protagonistas como lo secundarios están muy bien diseñados, y sin ser una película con grandes actuaciones cumplen.

La historia aborda temas tratados en otras películas del director, como la dignidad de las personas, los principios y la izquierda social actual, la inmigración ( este asunto es el que funciona peor, y no me convence como está tratado ), el paso del tiempo y el vacío de las pequeñas poblaciones cuyos habitantes se han trasladado a las grandes ciudades.
La música está ausente durante casi toda la película, lo que me parece un acierto, y únicamente suena en una escena de manera suave, lo que nos permite apreciar mejor la naturaleza y su entorno, así como las conversaciones de los personajes sin algo externo que distorsione el relato. Hay bastantes flashbacks de corta duración, y que están bastante bien colocados, para dar a conocer algún asunto del pasado que pueda quedar en el aire para el espectador. Los relacionados con el pasado de Angéle me parecen un acierto, y el resto en general me parecen prescindibles ( salvo una que tiene lugar en las navidades de hace bastantes años, cuando la localidad tenía más habitantes ).
Una película recomendable al público de mediana edad y a los mayores de 70 años por contar historias familiares sencillas, en un tono dramático fáciles de comprender y de asimilar, y no tanto al público más joven por su ritmo pausado. Por supuesto los que adoran el cine del director, que son bastantes personas, no se la pueden perder, porque nos encontramos ante una de las películas más personales de Guédiguian.

LO MEJOR: La sencillez del relato.
LO PEOR: El asunto de la inmigración no está bien desarrollado.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y http://habladecine.com
WILLY74
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10 de diciembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Machacando sobre el yunque se forjan las mejores armas y herramientas y es ahí, en la fragua, donde siguen insistiendo Guédiguian y su equipo de artesanos, repiqueteando sobre el hierro acerado y el metal al rojo vivo.
Los que huyen de las propuestas del cine comprometido dirán: "más de lo mismo"; como si hubiéramos superado los problemas que se nos plantean a los ciudadanos de a pie: la injusta distribución de la riqueza; las democracias en peligro por el acoso del neoliberalismo que acumula el poder cada vez en menos manos; el enfriamiento de las relaciones entre los miembros de la propia familia, porque el sistema premia el egocentrismo; las ilusiones feneciendo, por antiguas, bajo el casco de la moderna insensatez...

Tres hermanos regresan a lo que fue el hogar de su juventud, una cálida y recogida ensenada cerca de Marsella. El padre, antaño muñidor ideológico y agitador del entorno y los sentimientos positivos, ha quedado en estado vegetativo, arrastrando a todos con su ausencia hacia salvajes cascadas de soledad y frustración.

Los días pasan lentos y monótonos y desde la paralizante situación burguesa, queda claro que la vida está ahí fuera, lejos de nuestro ombligo, lejos de los éxitos, lejos de los recuerdos (los buenos y los dolorosos) y también muy distante de nuestras pequeñas miserias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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