Una vez vista se pone en evidencia que Blake Edward no está muy dotado para esté género. Desequilibrada e irregular, con diálogos que se hacen interminables y un metraje excesivo al que le sobra casi media hora, sin olvidarnos de una reiteración de planos a camara lenta que están fuera de lugar. No obstante, también hay que valorar algunos aspectos logrados de su único western. En primer lugar, técnicamente la película está bien resuelta con una fotografía otoñal y tristona que recuerda a otros tantos títulos crepúsculares y nostálgicos propios de esos años. El reparto brilla a gran altura y el contraste de caracteres entre Holden y 0'Neal es convincente pues, por momentos, consiguen emocionarnos con sus deseos y desventuras. La música de Jerry Goldsmith es magnífica y, sin duda, el punto fuerte de la película porque capta a la perfección esa melancolía y el sentido de la amistad de estos cowboys. En definitiva, western menor y discreto que no pasará a la historia pero que se deja ver y supone un ligero entretenimiento.