Extraordinaria obra maestra de Tim Burton, en mi opinión la mejor de sus películas, perfecta en su imperfección. Desde el comienzo en el que escuchamos la primera estrofa de The Banana Boat Song de Harry Belafonte seguida del excepcional tema de Bitelchús (o Beetlejuice) de Danny Elfman mientras la cámara atraviesa una maqueta sabemos que vamos a asistir a algo extraño y grande.

La idea de la película no puede ser más original. Una pareja de "difuntos recientes" recurre a la ayuda de un bio-exorcista para librarse de los nuevos dueños de la casa. Así asistimos a un auténtico recital de humor negro que comienza con la escena del perrito y llega a su punto álgido con la repetición de la canción de Belafonte en la que , para mi, es quizá la escena más memorable que ha creado Burton en toda su carrera.

Michael Keaton está extraordinario e irreconocible en el papel del bioexorcista que derrocha carisma a raudales a pesar de no tener ni una sola virtud (otros héroes de Burton son buenos, o medianamente aseados, este es un ser deplorable pero resulta simpático, quizá, por lo franco que es y lo poco que se molesta en disimularlo). Es una suerte que Burton hiciera esta película entonces y no ahora, porque si no, seguro que nos encasquetaba a Johnny Depp vestido de drag-queen a modo de bioexorcista.

Geena Davis y Alec Baldwin encarnan con acierto a sus personajes, que podrían haber resultado demasiado sosos en manos de otros actores (la Davis está tan guapa como siempre). Annie McEnroe y Jeffrey Jones están hilarantes en su papel de matrimonio burgués con delirios de grandeza y Winona Ryder resulta carismática con pintas de gótica.

Los efectos especiales de la película en mi opinión le dan un encanto especial y la stop motion siempre provocará una mayor sensación de extrañeza e inquietud que el CGI.

El guión tiene detalles extraños que sin embargo te los crees a piés juntillas cuando estás viendo la película, como el desenlace algo precipitado y el propio hecho de que para los muertos el salir de la casa suponga encontrarse con gusanos de arena. Una idea a priori rarísima que sin embargo se entiende y parece coherente en el universo del filme.

Las transformaciones de Bitelchús, puro cartoon en acción real, aseguran la diversión. No es de extrañar que la película diera lugar a una serie de animación algo irregular pero también bastante potable (a través de la cual yo conocí la película) y cuyo único fallo era un doblaje latinoamericano bastante cargante (otros doblajes latinoamericanos son muy buenos pero este no lo era demasiado).