El salto del director húngaro Lajos Koltai (Sin Destino) al cine americano destaca por su buena puesta en escena pero fracasa a la hora de desplegar el guión en pantalla, provocando con ello una película de desarrollo irregular que se ve salvada por el buen hacer de su reparto. Bajo unos valores de producción interesantes, la cinta se ahoga en el momento de narrar una historia que va saltando en el tiempo y que está más interesada en provocar el llanto del espectador que desarrollar la historia que narra. Se lucra de la fotografía (bastante buena) de tonos pastel con que se compone y del aire a clásico que respira pero no es capaz de alcanzar las cotas que se esperan por culpa del aletargamiento que en algunos momentos produce.

Por el lado interpretativo podemos decir que es lo que salva la película de que sea mediocre. Las actuaciones son intensas en algunos actores y las tablas de las más veteranas son más que evidentes. Así, dividiendo las épocas en que se nos narra la cinta, Vanessa Redgrave (Anonymous) compone un personaje atormentado por su pasado, vehemente por momentos; Claire Danes (Homeland), Toni Collette (El Sexto Sentido), Patrick Wilson (Expediente Warren) y Mamie Gummer (Ricki) cumplen con sus papeles. Pero después destacan las breves intervenciones de Glenn Close (Hillbilly) y Meryl Streep (Mamma Mia), y un aparte para un muy creíble y atormentado Hugh Dancy (Hannibal). Si no fuera por el compromiso de este elenco de actores, El Atardecer habría sido aún más triste y lo que es peor demasiado pretenciosa para buscar la lagrimilla fácil.

Como cine cumple lo justo, pero quiere ir más allá a la hora de conectar con el público, exagerando demasiado la trama. Menos mal que el trabajo de sus actores va por delante de una historia que sólo busca el llanto fácil y cuyo guión se deja atrás muchos cabos sueltos... o mejor dicho, el cabo suelto principal. Una pena, porque tiene potencial para ir más allá de lo que ofrece.