John Ford realizó esta película en un momento en el que el cine de denuncia de la realidad social es nulo, producto de la dramática gran crisis económica de los años treinta que azota a Estados Unidos, donde lo que predomina es el cine de evasión para que el público se olvide de sus problemas y no se los recuerden cuando van al cine.

Ford ejecuta una adaptación de la novela de Steinbeck suavizada comparativamente, recreando el drama social de una familia de granjeros que se ven obligados a emigrar a California tras ser desposeídos de sus tierras por los grandes terratenientes agrícolas y administradores bancarios.

Estamos ante la primera road movie incluso antes de que existiese este concepto, aunque la carretera no es la principal protagonista, sino parte del hilo conductor del film, que también se convierte en el lugar de acogida de la familia Joad y su tartana ambulante, receptáculo rodante de pertenencias misias y vidas gastadas.

Desesperanza y esperanza, solidaridad e ingratitud, comportamientos xenófobos y trato humanitario, degradación laboral y agitación obrera… de esto y de muchos temas más como la unidad familiar, la justicia social y el abuso de autoridad por parte de las fuerzas del orden público trata “La uvas de la ira”, una película de más de 70 años que refleja los mismos problemas sociales que tenemos hoy en día: inmigración, desempleo, explotación laboral…

Lo mejor:

• Henry Fonda y Jane Darwel en el papel de Ma Joad.
• La fotografía de Gregg Toland que posteriormente colaborará con Orson Welles en “Ciudadano Kane”, un prodigio en la alternancia de luces y sombras y el fundido en negro.
• Los exteriores, diáfanos y luminosos en contraste con los interiores tétricos y sombríos.
• Un hilo narrativo fuerte y dinámico que hace partícipe al espectador de las penalidades que sufren los protagonistas, infundiendo en él la carente humanidad de la que hace gala el film.
• El sentido del sobrevivir que transmite en todo momento la película.
• El virtuosismo de John Ford.

Lo peor:

• Nada.