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Polonia Polonia · Galitzia
Voto de Valkiria:
10
Intriga. Drama. Cine negro. Thriller Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2011
31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Charles Laughton fue la quintaesencia del cine. Desconozco porqué dejó de dirigir tras "La noche del cazador" y menos me lo explico, sabiendo que en su única incursión como director parió esta obra maestra. Lo suyo fue llegar y besar al Santo. Quizás simplemente se le antojó dar un soberana lección de cómo hacer buen cine, en un única entrega, dejar callados a muchos de los cineastas de entonces y quedarse más ancho que pancho. Lo que me pregunto es... ¿Qué hubiera sido del cine si Sir Laughton hubiera continuado dirigiendo? La de joyas que nos hemos perdido...

Pese a ser considerado un precario actor, Mitchum, no se da por vencido arrogándose un papel protagonista de predicador en una interpretación más que destacable. Shelley Winters (estupenda) es la actriz notable. Siendo la "fea" de siempre en las pelis de Kubrick y en la de G. Stevens junto al hermosísimo Monty Clift en "Un lugar en el sol", recupera con toda entereza su estatus de primerísima intérprete. Cada cual de los personajes es imprescindible, desde el viejo tío que pesca en el río hasta la dueña de la tienda donde se emplea la Winters, pasando por los niños y hasta por la muñeca de trapo.

Planos limpios, carismáticos. Todos dicen algo. La inserción de planos entre conversaciones interrumpidas que traen al pueblo al cazador-predicador en un tren violento, arrasa. El ferrocarril, a todo trapo, anuncia que al pueblo llega alguien en busca del botín. Película desbordante de imaginación y creatividad. El plano de la Winters bajo el agua es para echarle una ovación a Sir Laughton y rezarle una novena.

Más magistrales toques de guión. Un verdugo llegando a casa maldiciendo su suerte y pensándose en dejar el trabajo, a lo que su mujer responde: "a ver chico, cada vez que ahorcas a alguien se te antoja dejar de trabajar". La repera. ¿Y lo que se ríe uno con lo que se ríe Laughton del contexto y época de aquellos predicadores que, como Mitchum lobotomizan cerebros, en uso de todas sus arteras mañas? Laughton es británico pero sabe captar esa idiosincrasia y escenificar con dulzura el aciago porvenir de los días de la Gran Depresión.

¿Más? Preciosa banda sonora. El tema principal de los títulos de crédito presagia la maravilla que al espectador se le dispone. ¡Qué gustazo escuchar cantar a Mitchum!

Fundidos a negro cuando el cazador acecha al niño depositario del secreto y banda sonora como recursos explotados por el director para recrear una atmósfera jodida sin necesidad de sobreactuaciones.

Un predicador-cazador reconvertido en un Herodes. El mundo no es para los niños. Los religiosos se obsesionan con el mundano dinero; las personas de a pie se vuelven fanáticos religiosos. Todo porque el bien necesita del mal para ser bien; el mal necesita del bien para ser mal. Y así entrelaza las manos el predicador: derecha-amor; izquierda-odio. Solo una mujer anciana y sabia, le corta el paso a Herodes.

(sigo en el spoiler sin desvelar):
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Valkiria
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