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Voto de Marco Scola:
9
Drama Charlotte es una famosa concertista de piano que ha estado tan volcada en su carrera que no ha visto a su hija Eva en siete años. Eva, que vive con su marido, un pastor protestante, y con una hermana gravemente incapacitada, mantiene con su madre una relación de amor-odio. Después de tantos años, Charlotte decide ir a visitarlos, pero el encuentro pronto se convertirá en un tenso duelo entre madre e hija. (FILMAFFINITY)
4 de junio de 2010
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bergman, en un principio, quería hacer la película, o la mayor parte de ella, en completa oscuridad y que un foco iluminase a las dos protagonistas, una idea sobresaliente que no pudo ser, es una pena porque habría creado una atmósfera insoportablemente psicológica, si no lo había hecho ya antes.

La película sólo trata del abandono en la infancia y el posterior rencor y deterioro emocional, Bergman escribe de una forma precisa, el reproche 'in crescendo' de hija a madre es sórdido, triste, terrorífico (teniendo en cuenta que el único recurso descriptivo son las palabras).

En esta película Bergman mitifica "su plano". Cada director suele tener preferencia por un tipo de plano, a Haneke le encantan los planos estáticos largos, a Kubrick los planos generales y la utilización del zoom, pues bien, el plano de Bergman es el plano en profundidad; consiste en enfocar a una persona en primer plano, en este caso sería Ingrid Bergman, que es la persona atormentada/culpable, se encuadra a la segunda persona con un plano medio, que es la persona atormentadora/conciencia, la primera persona está fija, sufriendo, la segunda está detras moviéndose y castigando, logrando así atormentar, de paso, al inocente espectador. Y es que Bergman es un mago a la hora de aunar imagen y texto. En el filme el monólogo de Ullmann va aumentando de crudeza como también lo van haciendo los planos y la colocación de los personajes, (la extenuación a la que llegan las protagonistas se ve reflejada cuando Ingrid está tirada en la alfombra) el genio sueco sabe de sobra cuando el espectador está psicológicamente conmocionado y, lejos de la indulgencia, amplía un poco más el primer plano de Ingrid a la vez que a su espalda se escucha un reproche más sórdido que el anterior. De entre todas las películas que he visto de Ingmar en ésta es donde hay menos clemencia.

Resumiendo, impresionante y muy turbadora, si hubiese añadido el mencionado foco estoy seguro de que el número de suicidios en los últimos 32 años habría aumentado.
Marco Scola
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