La película es aburrida, es lenta, cursi, y sobre todo impotente, está en un completo quiero y no puedo que pudre, ya que no es ni un melodrama, ni una comedia dramática, ni nada, es una mezcla rara.
También falla en querer darle ese aire a película de los cuarenta de Hollywood, que ver a Carmelo Gómez y Maribel Verdú parados mirando una lámpara solo por el capricho del director no da la pretendida nostalgia, da risa.

Al final como espectadores de tan insulsa se pasa inadvertida la historia.