Soldados alemanes son puestos a desactivar minas, bajo las ordenes de un coronel, que al principio solo siente aversión por ellos, hasta que termina conociéndolos.
Si bien en Tierra de minas, o Land of mine, no hay nada nuevo, historias de este tipo se han hecho a montones, como adversarios se terminan teniendo admiración y empatizando, está muy bien contada, nos hacen conocer a varios de los soldados, sus aspiraciones, su carácter y personalidad, tal vez es un poco tendenciosa, ya que no se hasta donde un grupo de muchachos criados durante el régimen nazi que solo les enseñaba a odiar y a creerse superiores al resto del mundo, aquí los retratan como unos muchachitos simpáticos, incapaces de matar a una mosca, es obvio que lo hicieron para que simpaticemos con ellos, y no creamos que se merecían lo que les paso, en ese caso hicieron mal, porque podrían haberlos mostrado desagradables, sobre todo cuando estaban entre ellos solos, creyéndose superiores a los demás y quejándose de su suerte, pero prefieren la idealización y cierto maniqueísmo, pintando a militares daneses como gente perversa y resentida, olvidando que los alemanes habían invadido Dinamarca, y que por más que esos chicos solo fueran carne de cañón, pertenecían a un ejercito invasor, y desactivar esas minas era algo que se tenía que hacer y obvio que si podía obligar a los alemanes a hacerlo, para no perder vidas de daneses, lo harían.
En cuanto al plano narrativo, por momentos la historia es terriblemente monótona, al menos 15 minutos, si no más son muchachos desactivando minas, pero igual la película vale la pena, a pesar de lo manipuladora, monótona y predecible, porque cuenta algo, y lo hace bien, conmueve, tensiona, y está muy bien interpretada.