La película es mala, floja si se quiere con un poco de buena voluntad, por inocente que es. Pero no es buena por dos razones.
No se puede transmitir un mensaje respetuoso con el entorno, que se decide por reconocer la intimidad y las tradiciones de un pueblo y al mismo tiempo, ser un ingrato y un grosero con los demás. Si el tío acepta el contrato de su empresa que quiere que descubra al monstruo marino y se compromete a ello, si lo consigue y luego se echa para atrás y quiere negar el descubrimiento por respetar el deseo de los habitantes del pueblo, en especial de los que ha cogido cariño, pues que lo diga y lo advierta dando sus explicaciones con antelación. Pero que no se ría de la empresa haciendo quedar a toda una serie de invitados en un salón de actos para luego dejar en ridículo a la persona que le contrató y encima que lo contrató por darle una nueva oportunidad.
No tenía por qué chotearse de ellos sin poner las diapositivas de los cromos del monstruo marino que tenía y reemplazándolos por un dibujo de mal gusto, además. Feo de cojones.
Me parece una actitud del protagonista que desmerece el relato y la película por la poca consideración y la poca gracia que hace, hubiera sido más humilde pedir perdón, rescindir el contrato y comprometerse a devolver todo el dinero que se ha gastado. El guión ha tratado de buscar la emoción del espectador y por mi parte, sólo consigue más bien algo de indignación.

Y después está el monstruo.
Infantiloide. Rompe la película. Es como un patito feo. No por increíble y todo eso, sino por un encuentro estúpido y chorra.