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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance Peligrosa aventura de amor y sexo entre un hombre maduro y la prometida de su hijo. Él es un respetable miembro del Parlamento, pero está dispuesto a dejarlo todo por ella; ella, calculadora y pragmática, está decidida a casarse con su novio. (FILMAFFINITY)
14 de abril de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Louis Malle nos presenta un film desgarrado y fatal sobre un triangulo amoroso condenado a la autodestrucción, formado por una misteriosa muchacha, un prestigioso político británico y su hijo. Una película dura, de sentimientos encontrados, de miradas elocuentes y dotada de una enorme fisicidad, donde el erotismo toma un protagonismo arrebatador. Malle muestra su estilo más genuino y demuestra que aún quedan dramas puros sin edulcorantes, sin golpes de efecto gratuitos y sin conformismo narrativo. Con un argumento más o menos clásico sobre un personaje atípico, Anna Burton (espectacular, Juliette Binoche), solitaria, misteriosa, regia y emprendedora, que entra en un mundo cerrado y estable, aunque aséptico – la ordenada familia de un político miembro del Parlamento, Stephen Fleming (genial, Jeremy Irons) –, y lo pone todo patas arriba con su ruptura de las normas.

Los primeros minutos del film, en que Malle plantea la historia, son de una precisión y descripción magistrales, con dos encuentros fugaces entre Anna y Stephen – en una recepción, cuando ella se da a conocer como novia de su hijo, y con una posterior y rápida reunión familiar –, Louis Malle y sus dos actores, comunican con meridiana exactitud el rápido proceso de seducción y necesidad que se establece entre los personajes. Los encuentros amorosos son hieráticos y feroces. Todo se intuye en las miradas y los gestos, en la neutralidad de unas palabras que aparentan no decir nada y lo dicen todo sobre la pasión que acaba de desencadenarse.

Ese es uno de los cinco atributos del film de Malle, el segundo es asumir los estereotipos sociales con una cierta poética: la ansiedad de Stephen a medida que la relación se va convirtiendo en una necesidad sin posible solución, la entrega emocional de su amante es creíble, así como el dolor de su esposa Ingrid (estupenda, Miranda Richardson). El tercero es la frialdad que crea el político a su alrededor, casi sin darse cuenta. El cuarto atributo es la ausencia de moral, como en otras películas del cineasta, preside todo el relato. Y el quinto es la habilidad de Malle para escoger el reparto. Sería difícil encontrar otros actores para estos personajes. La elegancia y ductilidad de Jeremy Irons, su tono esquivo y aristocrático, casa a la perfección con la mirada directa y los gestos contradictorios de una Juliette Binoche que demuestra que era una estrella en ciernes, confirmándolo más tarde con “El paciente inglés” o “Chocolat”.

Malle realiza una obra atrevida y arriesgada, nada complaciente, en la línea de “Ascensor para el cadalso” o “Fuego fatuo”. Estos dos films citados contienen el mismo sentimiento autodestructivo, su construcción esencialmente novelesca, su acento nihilista, el choque entre sociedad burguesa y personajes descentrados, “Herida” produce durante su recorrido una sensación de malestar interno y de violencia frontal, los explícitos encuentros sexuales, y con las leyes del melodrama puro y duro, sin enjuiciar para nada lo que acaba de ocurrir, hacen de Louis Malle un cineasta modelo para retratar el descenso a los infiernos cotidianos, para caligrafiar con mirada tierna y dura objetividad las pasiones que deben romper las normas, pese a estar condenadas al fracaso.
Antonio Morales
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