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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Soñando con el éxito como cowboy de exhibición, el joven e ingenuo tejano Joe Buck se traslada a Nueva York, donde comienza a trabajar como gigoló seduciendo a mujeres maduras de Manhattan. Joe pronto descubre que ese mundo no es como él se imaginaba, pero antes conoce a Rico "Ratso" Rizzo, un timador que lo quiere estafar. (FILMAFFINITY)
29 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“¿Qué vas a hacer en el Este, Joe? – “Allí hay muchas mujeres y los hombres son maricas”. Joe viaja en un autobús camino de la gran urbe, mascando chicle con su aparatoso transistor al hombro, llega el vaquero que huye de su mediocre vida en el Oeste, “soy nuevo en la ciudad, acabo de llegar de Texas y estoy buscando la estatua de la Libertad”. Obra audaz, símbolo de la contracultura que refleja el mejor cine de los sesenta, una película controvertida en su época por el tema tan sórdido que tocaba, una visión desmitificadora del sueño americano. Con un estupendo guión del izquierdista y “Blacklisted” Waldo Salt, basado en la novela de James Leo Herlihy.

Esta es una historia de amistad y de fracaso de unos seres perdidos en la jungla de una Nueva York deshumanizada, cutre y marginal, aquí no vemos el Skyline ni Central Park, sólo vemos las cloacas del imperio, un mundo de pícaros donde la miseria, los chaperos y degenerados pululan por doquier. Fiestas a las que asisten drogatas psicodélicos que consumen psicotrópicos y aman el arte de Andy Warhol. Joe Buck (Jon Voight) un vaquero tejano, ingenuo y provinciano camina por la calle 42, con la intención de vivir de las mujeres como gigoló, una vez desengañado encontrará a Ratzo (Dustin Hoffman), un timador y carterista, un pobre diablo tuberculoso que sufre una cojera.

Una película sombría que recrea el lado menos noble de la “gran manzana” donde se puede sentir el frío del crudo invierno, sin luces de neón ni glamur, viviendo en cuchitriles destartalados, húmedos y abandonados, donde unos personajes desquiciados y estrambóticos pasan de la comedia a la tragedia. Todo ello amenizado por la canción de Nilsson, “Evrybodys talking” ya mítica como “leit-motiv” de esta desgarradora historia. Ese año ganaron el Oscar, la película, el director y el guión, también deberían haber ganado al mejor actor uno de estos dos grandes actores: Voight o Hoffman, pero había otro cowboy, el más grande, John Wayne que lo ganaría por “Valor de ley” de Henry Hathaway. “Cowboy de medianoche” es una película de culto, mítica e inolvidable.
Antonio Morales
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