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Voto de Antonio Morales:
7
Western Tras haber participado en la Guerra de Secesión (1861-1865) en el bando nordista, un indio vuelve con su tribu y se encuentra un panorama desolador: su pueblo vive en la miseria y está a punto de perder sus tierras. Así, pues, tendrá que seguir luchando, en este caso contra las injusticias a las que su pueblo se ve sometido. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anthony Mann pertenece a esa clase de directores que han manejado admirablemente toda clase de géneros, legándonos inmarchitables muestras del cine negro, del cine bélico y, sobre todo, del western que pertenecen a la mejor época del cine de Hollywood. Creció en la serie B, y explotó su combinación de tragedia, violencia y belleza pictórica arraigándose a las formas puras del western, hasta convertirse en el más personal de sus cultivadores, sólo hay que echar un vistazo a su filmografía para encontrar un ramillete de obras maestras, teniendo además el buen gusto de haberse enamorado de nuestra Sara Montiel, siendo su esposa en el mejor momento de la diva española.

La crudeza de la historia, lo inhóspito del relato, la acritud de una naturaleza hostil, un espacio sin ley ni orden, la civilización que fue progresivamente invadiendo territorios indios, cometió cantidad de abusos e injusticias que no llegaron al cine de Hollywood hasta la década de los 50. Anthony Mann nos ofrece un esplendido western, áspero y sin concesiones, huyendo de cualquier tentación romántica. Dentro de la naciente corriente de la época, en la que los westerns pro-indios certificaron una nueva orientación temática e ideológica. Aunque tuvo menor repercusión que otras, (“Apache”, Robert Aldrich), (“Flecha rota”, Delmer Daves) y (“Lanza rota”, Edward Dmytryk), la observación del problema indio es más veraz y duro que los títulos citados.

"La puerta del diablo" es una película que adolece de tener un Robert Taylor, como indio poco creíble, a pesar del maquillaje. Una vez superado ese inconveniente el film se disfruta con agrado. Sin duda, Metro-Goldwyn-Mayer necesitaba una estrella, un rostro popular para financiar el film. En cambio tiene una fotografía expresionista muy interesante que refuerza, la tensión dramática. Los actores secundarios están muy bien, (Louis Calhern) como un villano deleznable y la chica (Paula Raymond) desconocida, que luego trabajó en muchas series de televisión, está maravillosa como abogada. Esta película ayudó a ensanchar los horizontes del western y revitalizó los esquemas del género por su importancia. Muy recomendable para los amantes del western.
Antonio Morales
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