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Voto de Antonio Morales:
8
Cine negro. Drama Eddie Willis (Humphrey Bogart), un veterano periodista, es contratado como agente de prensa por Nick Benko (Rod Steiger), un hombre sin escrúpulos, para que consiga hacer popular a Toro Moreno, un gigantesco pero torpe aspirante a boxeador, a quien hacen creer que es un gran campeón a base de amañar sus combates. (FILMAFFINITY)
17 de febrero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emotivo melodrama sobre el oscuro mundo del boxeo y su descenso a los infiernos del mercadeo de seres humanos que son tratados peor que los animales, el film se adscribe a un subgénero de amplio desarrollo en el cine americano de los años cuarenta y cincuenta, que encabeza una grandiosa obra de Robert Rossen, “Cuerpo y Alma”. En este caso se retoman las influencias dominantes del cine “social” americano que se salvó de los desmanes de la “caza de brujas” y su liberalismo pesimista para bajo la batuta de Mark Robson, construir una obra bastante eficaz (en mi opinión su mejor film), a partir de un estupendo guión del afamado Philip Yordan, que también asume la tarea de productor, basado en el libro de Budd Schulberg.

La película se ve enormemente favorecida por la presencia de Bogart, en la que sería su último trabajo (antes de morir de cáncer y las malas lenguas dicen que de medio millón de whiskies), que daba una imagen patética de esta obra sobre la degradación moral de un periodista que ha perdido su empleo y que arrastrado por la codicia, porque hay hombres que se dejan comprar y otros que no, él pertenece a los primeros, se presta a trabajar para un mafioso, Nik Benko (un magistral Rod Steiger, “díselo, Leo…”, un tipo amoral, mezquino y cruel, que no repara en nada ni nadie para conseguir enriquecerse a costa de pobres muchachos en busca de gloria.

Un relato sobre canallas que encabeza Eddie Willis (Bogart) creando expectativas, amañando combates, todo es válido con tal de obtener grandes beneficios, la víctima es “Toro Moreno”, un inmigrante argentino ingenuo y grandullón muchacho, de familia humilde que sueña con comprarle una casa a su madre. Escribía yo anteriormente que Eddie es el mayor canalla porque él si sabe distinguir el bien del mal, manteniendo la boca cerrada, pues Nick, el gánster y sus secuaces explotan al boxeador sin ningún remordimiento, tipos corruptos y abyectos, en cambio Eddie se siente corroído en su conciencia, siente asco de sí mismo esperando la recompensa económica. El cineasta no deja de indagar en los personajes a través de los encuadres y de los movimientos de la cámara.

El film se beneficia de un gran equipo técnico, el estupendo montaje, una grandiosa fotografía en blanco y negro (lívidos amaneceres y densos nocturnos), que nos muestra una ciudad, Nueva York, tétrica, oscura, sórdida e inquietante, poblado de alimañas y delincuentes sin escrúpulos, prostitutas que pululan en sus fiestas en lujosos hoteles, un retrato social deleznable. El noble deporte de las doce cuerdas convertido en un aquelarre sangriento y desalmado, donde una masa enfervorecida grita: “Acaba con él…”. Una vez más, se contrapone la ingenuidad del campo y la abominable podredumbre de la gran ciudad.
Antonio Morales
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