Las flores, a veces sustituyen a las palabras y los sentimientos cuando uno no puede o no se atreve a expresarlo de forma directa, puede significar desde amor hasta amistad o solidaridad, pero lo que es seguro es que siempre expresa cariño, respeto y admiración. “Loreak” es una historia llena de sensibilidad, una película maravillosa que con humildad y sin estridencias, recrea un drama de gran profundidad emocional que nos adentra en el territorio de la pérdida y la frustración de una manera tan dolorosa como reconfortante. Primera película hablada en euskera que compitió en el Festival de San Sebastián, luego elegida por la Academia Española del Cine para representarnos en los Oscars, pero al parecer no la seleccionaron los americanos, ello prueba perfectamente, la decadencia y pobre nivel que ha alcanzado la dorada estatuilla del tío Oscar.

“Loreak” es el amor platónico, el amor en silencio, el amor prohibido, el amor altruista y romántico. Una película emotiva y desgarradora que me ha llegado al alma, porque logra emocionar sin falsos trucos, de forma natural en una época como la que vivimos en que todo es desechable y provisional, encantados con lo banal y material, sin reflexionar sobre lo que de verdad, merece la pena, deslumbrados por fuegos de artificio, superhéroes de acción y guerras interestelares en formato de videojuegos, mucha tecnología digital y muy poca humanidad personal. Y es que, olvidamos que los más importante de una historia, se encuentra en sus personajes, son lo esencial, por encima de estilos, estéticas y otros adornos que suelen resultar insuficientes. Estamos ante un film sobre personas corrientes inmersas en problemas cotidianos y sus penurias son totalmente reconocibles, pero contado de forma delicada y sutil.

Ane es una mujer sumida en una depresión, le han diagnosticado una menopausia precoz, y ha perdido la ilusión con su pareja, todo es monótono y se encuentra aferrada a la frustración. Un día recibirá un ramo de flores en su casa de un remitente desconocido. Y a la semana siguiente otro, y así sucesivamente. Su pequeño mundo cambiará para siempre, ganando autoestima y sintiéndose alagada ante el desconcierto de su pareja, un tanto celoso de la situación. Hasta que un día dejará de recibir esas flores semanales que escondía o se llevaba al trabajo para no irritar a su pareja, y comenzará a averiguar su procedencia, la identidad de su benefactor. Eso es sólo el punto de partida de “Loreak”, pues hay otra mujer, Lourdes que tiene problemas de pareja porque no aguanta a la madre de Beñat, su esposo, pues la anciana Tere suele tener serias discrepancias con su nuera. Los lazos que unen ambas historias se encuentran hilados de una forma tan sorprendente como armoniosa.

Las flores serán la escusa, pero su significado se convertirá en una preciosa metáfora, sobre la necesidad de encontrar algo que llene de sentido sus vidas, aunque sea un detalle nimio e insignificante, sólo un gesto. La calidez y la belleza de las flores aliviarán esa atmósfera de pesar y tristeza que domina la película, marcada por una tonalidad fría y gris, de una cadencia lúgubre y mortecina. Nunca vemos el sol y el peso de las nubes parece ejercer una presión sobre el estado de ánimo de los personajes. Serán ellos los que establezcan itinerarios impredecibles dentro de sus estancadas vidas. Un melodrama lluvioso e íntimo que apuesta por el azar como motor de una trama en medio de contradicciones, redención y melancolía. Una película sobre el recuerdo y el olvido, de cómo sobrevivir a las tragedias cotidianas, cuya ilusión se encuentra en la belleza y el lenguaje de las flores para seguir adelante.