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Voto de Antonio Morales:
8
Aventuras. Fantástico. Drama Año 1935. Varios pasajeros, entre los que se encuentra un joven diplomático inglés, sobreviven a un accidente aéreo en el Himalaya. Cuando creen que la muerte es inevitable, son rescatados por los habitantes de Shangri-La, una idílica y utópica comunidad que vive oculta en el Tíbet. Mientras la Guerra Mundial amenaza al mundo, ellos descubrirán un lugar donde la gente es feliz y no envejece. (FILMAFFINITY)
20 de octubre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guionista Robert Riskin y el cineasta Frank Capra formaron un gran tándem durante los años treinta, creando con su talento un puñado de obras maestras para la Columbia. Una de ellas es “Horizontes perdidos”, adaptación de una novela de James Hilton en la que Capra estaba interesado especialmente. No es extraño que la filmara: el cineasta encontró en el carácter fabulesco y utópico de la novela de Hilton una atractiva base para poder plasmar una vez más su visión del mundo, proclamando el valor de la ética personal y la necesidad de una armónica convivencia entre los seres humanos. Durante ese tiempo convulso previo al gran conflicto bélico que se avecinaba, Capra y su guionista aportaban su granito de arena desde una posición humanista, al entendimiento entre los hombres, mientras Hitler preparaba la maquinaria bélica al asalto de Europa.

La historia que narra comienza el diez de Marzo de 1935. Robert Conway (Ronald Colman), militar y diplomático con aspiraciones políticas controla la evacuación de ciudadanos europeos en Baskul, una ciudad china bajo los efectos de la revolución, en el último avión Robert huye en compañía de su hermano George (John Howard), Henry (Thomas Mitchel), un industrial buscado por la policía, Alexander (Edward Everet Horton), paleontólogo británico y una mujer desahuciada por los médicos, Gloria (Isabel Jewel). Pero el avión no les lleva a Shanghai sino al Tibet, después de un aterrizaje de emergencia, donde muere el piloto y son rescatados por un grupo de personas al frente de las cuales va un tal Chang (H. B. Warner), quien les conduce al valle de Shangri-La, un monasterio aislado entre las montañas del Himalaya, cuyos habitantes viven una existencia apacible diferente al resto del mundo.

El monasterio es un refugio contra la maldad exterior y las sombras que amenazan a la humanidad, fundado hace más de 200 años por un misionero belga (Sam Jaffe), que aún vive. Sus pobladores alcanzan una edad muy avanzada, se trata de un lugar en el que casi se ve realizada la más vieja utopía del ser humano: la búsqueda de la eterna juventud. Esa vida longeva, se sugiere que es debido a la ausencia de esos males comunes que afectan a nuestra sociedad: el destierro de la codicia, de la violencia y la ambición, además de unas ciertas condiciones naturales del lugar. La estancia afecta favorablemente a todos los recién llegados, excepto al hermano de Robert, que se siente enjaulado y desea volver a la civilización.

El film se centra principalmente en los efectos que el lugar produce sobre Robert, el personaje mejor dibujado, el más completo, el que es descrito desde el principio como líder. El que tiene una filosofía más cercana al lugar. Robert, igual que los héroes de la mitología antigua, deberá superar ciertas pruebas para encontrar el camino de la tierra prometida, pues la película – una gran producción con una dirección artística excepcional para la época –, tiene algo, a la vez, de mística y mitológica. Frank Capra, el gran fabulador nos seduce una vez más con un film emotivo e inolvidable.
Antonio Morales
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