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Voto de Antonio Morales:
7
Drama Inglaterra, siglo XVII. Oliver Cromwell (Richard Harris) es anglicano y lucha contra la corrupción y el catolicismo. Cromwell no está de acuerdo con la tiranía del rey Carlos I (Alec Guinness), y tiene la intención de viajar con su familia al Nuevo Mundo. Pero, la víspera de su partida se verá envuelto en una complicada trama que desembocaría en una guerra civil entre los partidarios del rey y los del Parlamento y que hizo que Cromwell ... [+]
13 de julio de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólido exponente del mejor cine histórico británico, en el que política y religión vuelven a entremezclarse a la hora de definir un episodio especialmente convulso. Estamos, desde luego, ante una de de las mejores películas sobre la historia política de Inglaterra, que narra unos hechos que supusieron la instauración de una república durante unos pocos años, algo insólito en la arraigada monarquía británica. En la corte del rey Carlos I (Alec Guinness) hacia 1640, se están produciendo unas injusticias contra los pobres campesinos, expulsándolos de las tierras que cultivan por nobles latifundistas protectores de un rey que sólo piensa en recaudar dinero para financiar a su ejército.

El monarca protestante ha decidido aliarse con los católicos de Irlanda ante la amenaza de un conflicto con Escocia. Oliver Cromwell (Richard Harris), abogado protestante y militante puritano (una facción radical del protestantismo) de origen plebeyo y opuesto a la política religiosa del monarca, y a la dejadez y apatía sobre los problemas de estado, se erige en adalid de la libertad de su pueblo, decidido a enfrentarse a la corrupción imperante en el país. Dicha rebelión aboca a Inglaterra a una guerra civil cuyas consecuencias serán drásticas.

Reputado documentalista para la BBC, novelista, guionista, prolífico realizador televisivo y cultivador de los más variados géneros cinematográficos, el versátil Ken Hugues consiguió con esta película su obra más ambiciosa e imperecedera. Una superproducción que se caracteriza por el detalle en la reconstrucción ambiental, la densidad conceptual y la sobriedad estilística. Cierto que el film cede, en algunos momentos, a la solemnidad, sobre todo en el cariz de algunos diálogos que parecen declamados para la posteridad, pero el conjunto está guiado con solidez y con una sabia administración de la progresión dramática, y ello a pesar de que el film fue cercenado a partir de un primer montaje de 180 minutos.

“Cromwell” profundiza en una de las páginas más oscuras de la historia británica y en uno de sus personajes más controvertidos. Un patriota idealista adelantado a su tiempo, que creía en la democracia directa y representativa desde el parlamento. Aunque hay historiadores que afirman que fue un personaje sanguinario, en cambio el film lo presenta como un inconformista, como un rebelde. Richard Harris compone un personaje temperamental e impulsivo, pero por encima de todo da fe de una figura poliédrica, con varias vertientes no siempre fáciles de conciliar: el experto en leyes, el parlamentario, el militar estratega y el padre de familia responsable. Como oponente tiene al rey Carlos I, arbitrario y déspota, que el film logra humanizar gracias al espléndido trabajo de Alec Guinness, revestido de una incontestable dignidad. De factura impecable, tiene como broche de oro, fragmentos tan memorables como la recreación de la famosa batalla de Naseby.
Antonio Morales
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