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Voto de Antonio Morales:
7
Western. Drama Nacido en una granja de Iowa, Wyatt Earp (Kevin Costner) huye de su hogar, en plena Guerra Civil (1861-1865), para alistarse en el ejército de la Unión, pero su padre (Hackman) lo obliga a volver a casa porque es todavía demasiado joven. Decide entonces estudiar leyes y casarse con Urilla Sutherland (Annabeth Gish), que muere de fiebre tifoidea antes de que puedan tener hijos. Completamente abatido, Earp se da a la bebida y se dedica a ... [+]
30 de agosto de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wyatt Earp y Doc Holliday se resisten a morir en el cine. En su nueva asociación, Kasdan y Costner proponen otra vuelta de tuerca al tiroteo de OK Corral. Personaje convertido en modelo y síntesis de la épica del western y que Hollywood nos la ha presentado desde muy diferentes ópticas. John Ford lo mostró hierático en “Pasión de los fuertes”, John Sturges lo presentó desde el mito en “Duelo de titanes”, Jacques Tourneur lo armó de lucidez en “Wichita” y Pan Cosmatos lo mostró febril en “Tombstone”. La visión de Kasdan es la de un gran fresco histórico que regresa hasta la infancia de Earp en los maizales de Iowa y sigue su evolución alcoholizada a causa de la muerte de su esposa por tifus y las andanzas varias hasta los míticos sucesos de OK Corral. Pero no se detiene aquí el relato como ocurre en todas las demás versiones cinematográficas de la misma historia, sino que continúa.

La idea original de Costner era la de producir una serie de televisión de ocho horas, pero Kasdan le convenció para condensarlo todo en un largometraje cuyas cuatro horas iniciales fueron recortadas hasta tres. Por ello es un film algo descompensado, con altibajos, muy iconográfico, con momentos de fulgor e intermitentes lagunas, como todo lo que concierne a las relaciones de Earp (Kevin Costner) con las mujeres. “Biopic” en el sentido literal del término, que disfruta de actores muy reconocidos, dejando un poco de lado la figura de Doc Holliday, a quien un ajustado Dennis Quaid, terriblemente enjuto y parapetado tras unas oscuras lentes, otorga una fantasmagórica dignidad.

Película de impecable factura, supeditada a las características de una superproducción, “Wyatt Earp “no carece de alicientes: las magníficas panorámicas con grúa de los maizales de Iowa; la filmación del duelo en Tombstone, carente de heroicidad alguna y convertido en un ajusticiamiento; el respeto por la iconografía real de los personajes, el bigote, los trajes, los sombreros, están meticulosamente extraídos de las fotos que se conservan de la época. Kasdan huye de los efectismos, se muestra más temperado y menos manierista que otros colegas, aunque en ciertos momentos una cierta grandilocuencia heredada seguramente de su amigo Costner emparenta “Wyatt Earp” y “Bailando con lobos”. Y no sólo porque en ambas películas haya una escena de docenas de búfalos. En definitiva, un acercamiento más intimista y humano pero sin renunciar a la espectacularidad.
Antonio Morales
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