Eastwood realiza una película entretenida en mi opinión, pues la seguí con interés porque la recordaba vagamente. Aunque el argumento no es muy original: negro afroamericano en el corredor de la muerte, vive sus últimas horas pendiente del indulto, mientras un periodista que debe escribir un artículo humano sobre el tema se involucra desobedeciendo a su jefe. La película muestra los fallos del sistema judicial americano, el racismo latente en esta sociedad y en el fondo subyace un alegato contra la pena de muerte.

Lo mejor de la película que está estupendamente narrada, es la humanización de los personajes, todos tienen su personalidad y sus motivos, desde el alcaide de la prisión, Frank el condenado (un convincente Isaiah Washington), su esposa, la niña de estos, los compañeros de Steve en el periódico, (excelente James Woods), la esposa de Steve. Y por encima de todos destaca el rol de Steve Everett, excelentemente escrito, pero, y este es en mi opinión el mayor error del film: Clint Eastwood es muy mayor para el papel, pues tenía 69 años cuando hizo la película.

No es de recibo que un señor con esta edad, tenga una esposa de menos de 40 años por el físico que vemos de ella, que tenga una hija de 4 años, mujeriego empedernido, cuando comienza el film está intentando ligar con una compañera de trabajo de 23 años. Lleva una vida desordenada y es un alcohólico, pero a pesar de ser un fracasado como padre y marido, y esto es lo que humaniza al protagonista, tiene un olfato especial para analizar los sucesos que debe cubrir para su profesión, incluso a veces se equivoca, pero ama su trabajo.

Finalmente añadir que la película está dirigida con la maestría habitual del cineasta, construida como un mecanismo de relojería, que hace crecer la tensión a medida que avanza la cuenta atrás para la ejecución del reo, mientras que Steve guiado por su intuición busca la verdad. Un Eastwood menor pero de ningún modo desdeñable.