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Voto de Antonio Morales:
7
Drama En un barrio miserable e insalubre del Tokio feudal, hay un albergue, regentado por Robukei y su mujer, en el que se puede encontrar alojamiento por poco dinero. Allí conviven gentes de todos los estratos sociales, que ahora pertenecen al bajo proletariado: un antiguo policía, un viejo artesano, un actor fracasado, un ladrón, una prostituta: todos ellos conforman el paisaje cotidiano de la miseria. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kurosawa realizó “Bajos fondos” a partir de la obra teatral de Gorki que ya fuera estrenada en 1910 por la compañía teatral del influyente Kaoru Osanai, precursor del drama realista occidental en Japón, teatro que Kurosawa había frecuentado en los años 20. Una historia coral y nada épica, sus personajes viven en la indigencia, son mezquinos, autocomplacientes y practican un egoísmo de supervivencia. Todos ellos habitan una cochambrosa pensión de los arrabales de alguna ciudad japonesa del Japón Meiji, que consta básicamente de dos espacios yuxtapuestos: el interior del albergue, un destartalado espacio común tapizado por diminutas cámaras-dormitorio, y su patio delantero, donde se encuentra la vivienda del dueño. Ante el reto de trasladar a la pantalla un texto teatral limitado a estas coordenadas espaciales, el cineasta opta por dinamizar el espacio a base de planos generales cuya organización dramatiza las relaciones entre los personajes.

El viejo avaro Rokubei y su joven y cruel esposa, Osugi, regentan un destartalado albergue que alquilan a un grupo variopinto de marginados, ladrones, prostitutas y borrachos, comandados por el temperamental Sutekichi, el ladrón (T. Mifune), componen el desolado colectivo que haya cobijo en la casa. Los conflictos entre celos y envidias, son provocados por la dura realidad que comparten. La llegada de un anciano peregrino, conseguirá introducir, al menos aparentemente, una nota de humanidad en el malsano ambiente que se respira en el lugar. En esta película la asfixia existencial tiene un correlato en el espacio escénico. De hecho, el film ofrece las posiciones relativas de los personajes dentro del plano, con el contraste violento en los cambios del ángulo de toma, y el aprovechamiento de la profundidad de campo, proponen una cartografía de relaciones y conflictos que obliga al espectador a interpretar la situación de los personajes en su interior. La singularidad del film radica en la ausencia de todo heroísmo. El fracaso es la situación de partida y la ausencia de voluntad es la condición que obliga a los personajes a soportar su condena.

La relación de sus malogradas existencias se irá desgranando una a una, trazando una historia colectiva plena de diálogos lacerantes a partir de lo cual, el cineasta ofrece un mosaico de retratos psicológicos alejados en todo momento del tono sensiblero. El retrato del universo de los parias que ofrece Kurosawa en este film resulta, posiblemente, el más crudo y pesimista de toda su obra fílmica. Toshiro Mifune, una vez más lidera el plantel de actores habituales del cineasta. De la versión que Kurosawa extrae de la obra, cabe destacar la atenuación del elemento revolucionario presente en la obra original de Gorki, a favor del componente humano, ambos característicos tanto de esta pieza como de “La madre” del mismo autor, posiblemente su título más emblemático. También existe una versión de Jean Renoir de 1936, que no he tenido la oportunidad de ver.
Antonio Morales
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