Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
6
Drama Jon, Patxi y Maite son tres jóvenes de San Sebastián que hacen frente a un desconcertante futuro con pocas expectativas. Patxi trabaja descargando en el puerto mientras que Jon y Maite son adictos a la heroína y consiguen el dinero donde pueden para conseguir droga. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las 27 horas de la vida de un muchacho que pasa de puntillas sobre el amor, la amistad, la falta de valor para vencer la tentación y liberarse del yugo de la heroína. La producción de Elias Querejeta, lleva asociada su marca de calidad cuando aborda esta sencilla y lineal historia de una juventud encandilada y seducida por el paraíso artificial y traicionero de las drogas. Impregnada de un fatalismo y una desesperanza alarmante. Armendáriz se ha caracterizado por ser un cineasta amigo de reflejar la sociedad de su tiempo, desde duras crónicas rurales o urbanas. En este film intimista recrea la soledad existencial de tres jóvenes desencantados y sin rumbo en el casco viejo de una San Sebastián plomiza, retratada siembre nublada y brumosa, como el estado de ánimo de sus protagonistas. Jóvenes de clase media que transitan por unos ambientes grises, asfixiantes y sin salida.

A pesar de que el film se inicia con una bella panorámica de la playa de la concha donostiarra, asistimos a un drama frío e introspectivo y que en mi opinión, se queda corto en su argumento, faltan temas y motivos para hacer avanzar con más ritmo esta película que transcurre un tanto aletargada y con poco interés. Hay demasiado poco para un tiempo tan corto, los conflictos no se desarrollan lo suficiente como para trabar dramáticmente la cadena narrativa. Jon (Martxelo Rubio) y Maite (Maribel verdú) forman una pareja singular que no transmiten mucha química, en cambio el amigo de ambos, Patxi (Jon Donosti), sí parece más comprometido emocionalmente, lo de Banderas como camello es pura anécdota mediática para vender mejor el film.

Se trata pues de un discurso existencialista en clave nihilista, donde no hay perspectivas vitales, ni conciencia familiar, alejada de posiciones moralistas, la película tampoco propone ninguna tesis de redención, simplemente es notaria de unos hechos cotidianos por parte de unos jóvenes. Las imágenes algunas veces poéticas, denotan el esfuerzo de aproximarse a los protagonistas intentando comprenderlos sin juzgarlos, bien dirigidos por el cineasta que sabe sacar buen partido de unos actores tan jóvenes. Una película que plantea conflictos profundos sobre la juventud pero lo hace honestamente y sin morbo exhibicionista.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow